El diálogo interno

Hoy le escribiré a Dios una carta de agradecimiento.

Dicen muchos que la gracia se recibe a partir de la lectura de la Biblia, del conocimiento profundo del amado. Para mí el gozo de la gracia sí depende del conocimiento, sin embargo, aunque no supiera leer, ni tuviera ojos para ver y oídos para escuchar, sí tengo espíritu para estar presente frente a nuestro Espíritu Santo en el diálogo interno.

Este diálogo profundo que se hace hacia el Padre Nuestro, este diálogo íntimo que hacemos con el Señor, para poner pie firme en su amor para amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

Esto es posible gracias a la gracia de Dios, la misericordia infinita para poner en nosotros su espíritu en nuestro espíritu. Nuestro espíritu es quizá el mayor olvidado de nuestra conciencia y por tanto no hemos tenido la oportunidad de recibir la gracia del Espíritu Santo en nuestro espíritu.

La parte fundamental de la escritura de la Biblia es el testimonio del diálogo interno desde la admiración y la pena en los salmos de David, la rebeldía de Elías, la fidelidad de Job, la fe ciega de Noé, la obediencia de Abraham, la conciencia de Isaac, la confianza de Daniel, la entrega de la Virgen María, la aceptación de José, la sorpresa de la prima Isabel, la observación de los Magos de Oriente, la sabiduría de Salomón, los temores de Herodes, pero sobre todo, el diálogo de Cristo.

Esta experiencia del diálogo interno y la experiencia que hace realidad los Hechos de los Apóstoles, Es en este diálogo interno donde San Agustín demuestra una virtualidad en la interpretación, Sólo podríamos entender a San Francisco a partir de un diálogo interno. Santa Teresa de Jesús sólo podría ser comprendida a partir de su diálogo interno en la casa de las moradas. La realidad es que todos podemos tener este diálogo interno y leer en el mismo libro que todos los santos. De la misma forma que Cristo recibió el Espíritu Santo para comunicárnoslo nosotros podemos recibir el Espíritu de Cristo, que es el Espíritu Santo, para comunicarlo al mundo.

Este diálogo íntimo se refleja también en la relación entre nuestro próximo nosotros. Así que aprender a dialogar íntimamente es fundamental para resolver los conflictos, permitiendo que la luz del Espíritu ilumine nuestro espíritu, el permitir que ilumine nuestra conciencia le da un sentido profundo a la razón, a nuestra emoción, en nuestro cuerpo y en nuestra relaciones con las personas y el mundo.

El dialogo interno

El diálogo íntimo se dirige hacia la profundidad, hacia la esencia del ser, desde donde se nutre ciencia, filosofía y conocimiento. El diálogo profundo está en el presente desde donde resolvemos el pasado y le damos sentido al futuro. El diálogo profundo en la contemplación donde miró la profundidad y me miro en la profundidad y la profundidad nos une. El diálogo profundo es el perdón para poder corregir nuestros errores con la misericordia del Señor que se convierte en compasión de nosotros

Perdón para sanar el pasado desanudando rencor y resentimiento desde el presente. Confiando en el amor para eliminar el temor del futuro descubriendo que somos libres para decidir por un bien superior y qué bien hay mayor para decidir que el amor.

Recibe en el diálogo interno el Amor que es fruto del Espíritu de tu espíritu.