¡Gracias, Señor!

Hoy perdonaré diciendo tu nombre al tirar ese resentimiento

Al terminar el año, en el silencio de la soledad quiero agradecerte desde lo más profundo de mi corazón…

Gracias, Señor:

Por todo cuanto me diste. Por todo lo que en este año me has concedido porque te lo he pedido, por todo lo que me has dado sin habértelo rogado, por todo lo que me has otorgado sin haberlo merecido.

Gracias por los días de sol y los nublados tristes. Por las tardes tranquilas y las noches oscuras.

Gracias por la salud y por la enfermedad, por las penas, las alegrías y los sufrimientos. Aunque me cuesta trabajo, Señor, te agradezco esto último.

¡Tú sabes por qué permites estas cosas!

¡Tu sabes que es por un bien mayor!

Gracias por el rayo de esperanza que me iluminó, por ese consejo que me guió, por aquellas palabras que me alentaron… Por esa sonrisa que me alegró, por aquellos brazos que me recibieron.

Gracias por todo lo que me prestaste y luego me pediste. Gracias Señor, por la sonrisa amable y por la mano amiga, por el amor y por todo lo hermoso y por todo lo dulce, por las flores y las estrellas, por la existencia de los niños y de las almas buenas.

Gracias por la soledad, por el trabajo, por las inquietudes, por las dificultades y las lágrimas. Por todo lo que me acercó a Ti.

Gracias por haberme conservado la vida, y por haberme dado techo, abrigo y sustento.

Pero sobre todo, te doy gracias, Señor, por la fe que tengo en ti en este tiempo, un tanto confuso, donde muchas veces no he sabido cómo actuar, qué hacer, a dónde ir.

Tú, sin embargo, siempre me has asistido, aunque no haya hecho caso a tus divinas inspiraciones.

Te doy gracias, porque en las tinieblas me has iluminado, porque en las caídas me has levantado, porque tu Amor misericordioso perdona todos mis pecados.

Gracias Señor