Alma mía ilumina mis razones, emociones, cuerpo y relaciones con mi prójimo y el mundo con la luz que recibes del Espíritu Santo, la presencia del Señor en los Sacramentos y el abrazo con toda su creación de Padre Nuestro.
Señor, que no sea sordo a tu voz.
Quiero tener presente a Dios en mi conciencia, lo he abandonado por años o simplemente le doy una vista de cortesía cuando voy el templo, muchas veces sin caer en cuenta del privilegio de asistir al milagro en la Santa Misa.
El polvo regresará al polvo y el espíritu se une al Espíritu Santo. Alma mía, eres mi espíritu, la palabra encarnada del Amor de Dios, quien conoce la luz del Espíritu Santo.
Peregrina del cielo, estate en mi conciencia para aceptar el camino del Amor que el Señor entrega, aunque el “adversario” insista en llenar de polvo nuestra conciencia con el temor y la separación del Amor.
Invoca a Dios
– POR LA SEÑAL DE LA SANTA CRUZ. PIDAMOS PERDÓN A DIOS:
– Tú me amas y quieres que me libre de mis errores. Señor, ten piedad.
– Tú me buscas como un pastor se esmera en recuperar la oveja perdida. Cristo, ten piedad.
– Tú eres mi Padre esperando lo mejor de mi. Señor, ten piedad.
Siente la Libertad
«Dios mío, me pesa de todo corazón haberte ofendido, porque eres infinitamente bueno y el pecado te desagrada. Propongo firmemente, con la ayuda de tu gracia, no volver a ofenderte y hacer penitencia».
Acepta la Palabra (El evangelio del día)
Mira tu conciencia
Es recomendable escribir nuestra confesión. Hecho el examen de conciencia, acércate al Confesionario, arrodíllate y sigue el rito que prescribe la Iglesia para una buena confesión diciendo: «Hace (tantos) días, semanas, meses o años que no me he confesado, sí cumplí la penitencia que me puso el sacerdote; le pido perdón a Dios de los siguientes pecados». Ahí manifiesta tus pecados al confesor de manera clara y sincera determinando el número y clase de pecados.
1. ¿Conozco bien las principales verdades de la fe católica?; ¿las he negado o dudado alguna vez?
2. ¿Creo en supersticiones?; ¿Acepto doctrinas contrarias a las que enseña la Iglesia?
3. ¿He comulgado alguna vez con conciencia o con duda de pecado mortal?; ¿cuido el ayuno eucarístico?
4. ¿He faltado a Misa los domingos o días de precepto por culpa mía?
5. ¿Cumplí con los días de ayuno y abstinencia?
6. ¿He callado en la Confesión, a sabiendas, algún pecado mortal?
7. ¿Manifiesto cariño y respeto a mis padres y familiares?
8. ¿He dado mal ejemplo a los que me rodean? ¿Los he inclinado o ayudado a cometer algún pecado?
9. ¿Corrijo con enojo o injustamente a mis padres, hermanos y a otras personas?
10. ¿Peleo frecuentemente con otros? ¿He perdonado a los que me han ofendido?
11. ¿Procuro ayudar a resolver los problemas de los demás? ¿He negado mi ayuda cuando me lo piden?
12. ¿Descuidé mis deberes familiares y cívicos? ¿fui causa de que otros no cumplieran con los suyos?
13. ¿He hecho daño a otros de palabra o de obra?
14. ¿Siento odio o rencor contra alguien?
15. ¿Me he embriagado?; ¿he animado a otros a hacerlo?; ¿comí más de lo necesario?
16. ¿He realizado actos impuros, solo o con otra persona? ¿Cuántas veces y por qué?
17. ¿He aceptado pensamientos o miradas obscenas?
18. ¿Me he puesto voluntariamente en peligro de pecar o pecado viendo revistas, fotografías, películas, Internet, programas de T.V., o leyendo novelas inmorales?
19. ¿He tomado o retenido dinero o cosas que no son mías?
20. ¿He devuelto las cosas prestadas a tiempo, o me he tardado en devolverlas causando daño en ese retraso a quien me lo prestó?
21. ¿He engañado a otros cobrando más de lo debido?
22. ¿Doy limosna según mis posibilidades?
23. ¿He malgastado el dinero en vanidades o caprichos, comprando cosas innecesarias o que van más allá de mis posibilidades?
24. ¿He dicho mentiras? Con alguna de ellas he perjudicado a alguien?
25. ¿He hablado o pensado mal de otros? ¿Levanté falsos testimonios contra alguien?
26. ¿He tenido envidias? ¿he sido orgulloso? ¿Desprecio a otros?
27. ¿Me dejé llevar por la pereza sin darme cuenta que es uno de los vicios capitales?
28. ¿Trabajo con cuidado y responsabilidad, y cumplo puntualmente mis horarios?
29. ¿Ofrezco a Dios mi trabajo cada día? ¿Me acuerdo de Dios, por lo menos por la mañana y por la noche?
Conversa, has oración.
«No hay pecado que no pueda ser perdonado, si nos acercamos a la misericordia de Dios con un corazón contrito y humillado. En este consolador Sacramento, altamente personal, Cristo continúa encontrándose con los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Restaura la unidad donde hay división derrama su luz donde hay oscuridad y concede una esperanza y alegría que el mundo no podría dar. Mediante este sacramento, la Iglesia proclama al mundo las infinitas riquezas de la misericordia de Dios, esa misericordia que ha derrumbado las barreras que nos separaban de Dios y de los demás».
S.S. Juan Pablo II
Imagina a Jesús frente a mi o mi lado, mirándote tal y como eres, te conoce y te ama, compártele como te sientes
Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo, como era en un principio ahora y siempre por los siglos de los siglos Amen.
La palabra lleva a la acción, la oración se encarna en la caridad
Siembra en tu vida una o varias flores de amor:
Hoy abriré los brazos al cielo para recibir el amor de mi papá Dios.
Hoy invitaré a comer en familia a una persona viuda, huérfana o divorciada.
Hoy jugaré con un niña o niña o con mis hijos como niño.
Hoy compartiré, sonriéndole a Dios, un bocado o un dulce con 12 niños que viven en la calle.