Nos consultan problemas en el noviazgo:
«Tengo un problema serio en mi relación mi novia esta desamorada desde el 28 de marzo y no me justificación concreta y me pone súper mal estoy desesperado ayúdenme»
El problema tiene tres frentes a resolver: Por un lado nos hablas del “desenamoramiento” de tu novia. Por otro lado la desesperación que sufres y el tercer punto es la confusión sobre el amor.
¿Cuál de los tres sería el más importante en resolver?
1.- La relación de Amor parece ser el frente de batalla más importante a resolver.
AMAR. Recibir y entregar el Amor, ser expresión del amor. Dios es Amor. Para ello tienes que reconocer que tanto tú como tu novia son una expresión del Amor de Dios. Eres un Amor sembrado en esta tierra para dar frutos y sembrar semillas para extender y transformar la el camino y vida con la verdad del Amor.
Ahora bien para amar, voltea a la fuente del Amor para que te anime, le de brillo a tu espíritu y puedas entregar tu alma al Amor.
El primer paso es Amar a Dios y la oración como diálogo es un buen instrumento para descubrir que eres un Amor y el Amor te anima.
Dios te bendice, acúnate en los brazos del Señor y platica y confíale tus pensamientos, emociones, sensaciones, los comentarios del mundo y las obras que haces para compartir el Amor. ¿a cuantas personas le deseaste el buen día? ¿te acercaste a enfermos, viudas, huerfanos y desposeídos para animarlos? ¿sacrificaste algo de lo que tienes en la alacena para que otro comiera? ¿le sonreíste a una persona que estaba en desgracia o en duelo? Hay tantas formas de entregar el Amor y reconocer que eres un medio para extender el Amor.
2.- Ahora veamos el segundo frente: tu desesperación.
Esa sensación que puede ser de abandono o nacida de temores aprendidos surgen de ti y en ti está la fuente para resolver esa emoción que parece te domina.
Te tengo una buena noticia. Tu espíritu es más fuerte que tu mente, tus emociones, las sensaciones y el que dirán. Para descubrir tu ánimo en la batalla debes controlar a tu mente, ese genio loco que de pronto se apodera de nuestra conciencia y juzga, condena, separa y esclaviza al no ser gobernado.
Tómate 10 minutos para gobernar tu mente cada día, cada hora, cada que te asalte en tu conciencia. Simplemente obliga a tu mente a repetir una jaculatoria. Ordénale que no piense, que sólo se enfoque en frase: “Señor mío y Dios Mío” o repetir una y otra vez el responso del salmo de hoy “Glorifiquen al Señor, nuestro Dios”. Así le enseñarás a tu mente que tu la gobiernas.
El dominio de la emoción, que hoy describe como desesperación, se logra mediante la respiración profunda y sosegada, es decir ordenarle a tu cuerpo que al presentarse la emoción, tome y exhale tres veces de manera profunda. Y para dominar mente y emoción de forma simultanea.
Dividirás en dos la jaculatoria o el responso y la primera parte será al aspirar y la segunda al exhalar. Es decir: inhalando-”Señor Mío” y “exhalando-y “Dios Mío”. Usa una posición cómoda para relajarte de tal manera que tu cuerpo esté, por ejemplo, sentado con la espalda recta y los pies bien apoyados.
3.- El tercer frente es tan importante como tu desesperación.
El Amor parece esconderse o no existe la confianza y la necesidad para compartirlo. El Amor no desaparece, sería tanto como decir que Dios desaparece. Lo que ocurre es que el amor lo cubrimos y no brilla. En terapia de pareja estudiamos el conflicto mirando primero si lo masculino y lo femenino en la relación son complementarios (anima y animus) cuando así sucede se genera el enamoramiento que es donde se crea el pegamento de la pareja para resolver los conflictos y los mantendrá unidos para toda la vida a pesar de infidelidades, rencores o adversidades. Pero para resolver ese tercer conflicto abría que resolver los dos primeros frentes apoyados en la espiritualidad y la terapia.
Si te viene bien puedes tomar consulta terapéutica con nosotros de viva voz.
Reconciliación
Lee esta Carta II de San Pablo a los Corintios (3,4-11) y deja que el espíritu te vaya guiando.
Es Cristo el que nos da esta seguridad delante de Dios, no porque podamos atribuirnos algo que venga de nosotros mismos, ya que toda nuestra capacidad viene de Dios.
El nos ha capacitado para que seamos los ministros de una Nueva Alianza, que no reside en la letra, sino en el Espíritu; porque la letra mata, pero el Espíritu da vida.
Ahora bien, si el ministerio que lleva a la muerte -grabado sobre piedras- fue inaugurado con tanta gloria que los israelitas no podían fijar sus ojos en el rostro de Moisés, por el resplandor -aunque pasajero- de ese rostro, ¡cuánto más glorioso será el ministerio del Espíritu!
Y si el ministerio que llevaba a la condenación fue tan glorioso, ¡cuál no será la gloria del ministerio que conduce a la justicia!
En realidad, aquello que fue glorioso bajo cierto aspecto ya no lo es más en comparación con esta gloria extraordinaria. Porque si lo que era transitorio se ha manifestado con tanta gloria, ¡cuánto más glorioso será lo que es permanente!
Y medita sobre el Evangelio según San Mateo (5,17-19).
Jesús dijo a sus discípulos:
«No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento.
Les aseguro que no desaparecerá ni una una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice.
El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos.»