Que el Señor nos conceda la Gracia de no tener asuntos pendientes.
De reconciliarnos con el hermano tan pronto cómo podamos, por liberar nuestro corazón de las pesadas cadenas del rencor.
Esto te propongo hoy:
Ponte ante el Señor, y perdona de todo corazón a quienes te han ofendido.
Busca en tu recuerdo la causa de tu ira, de tus miedos, de tus prejuicios; todo aquello que está tan hundido, que hace daño, que da miedo remover.
Sólo podrás ser libre para crecer, para amar, para acoger, para acercarte a Él, cuando aprendas a encontrar, entender y finalmente rasgar por siempre jamás todo aquello que te aferra al odio, el rencor, la tristeza, la soledad; puesto que a menudo, quienes amas no tienen la delicadeza de ser tal y como tú te los has imaginado
Perdonar no es una debilidad; es la Gracia de Dios que pasa a través nuestro.
¿Lo probarás? Nadie te ha dicho que sea fácil, pero por Jesús sabemos
QUE VALE LA PENA.