
Este es el único de los lugares evangelizados por Antonio al que se refieren expresamente las fuentes históricas. Sabemos que era una ciudad saturada de herejes, a los que Antonio se enfrentó con sus armas evangélicas: el Evangelio vivido de manera heroica y coherente por él y sus hermanos, las discusiones públicas, las exhortaciones al pueblo y los consejos personales. El efecto de su predicación fue notable tanto entre los católicos como entre los cátaros; cabe destacar la conversión de Bononillo, veterano dirigente cátaro.
Fuentes tardías sitúan en Rímini el milagro de la predicación a los peces, y el de la borrica que se postró en adoración ante la Eucaristía.
