Agradece bienes y males

Hoy ayudaré a un viejo a renacer como niño en el amor

Alma mía hoy, cuando estaba visitando al Santísimo, escuchaba la voz de una mujer mayor que rezaba murmurando y que ante todo daba gracias. Al mirar hacia el Sagrario comprendí que si hemos de agradecer a Dios por los bienes recibidos, también agradezcamos, bendiciendo los males. Transformar un mal en una bendición es el primer paso para alcanzar el bien deseado.

 

Tantas veces nos paralizamos rondando el malestar y dejamos de buscar el bienestar. Amar para vencer el temor. Perdonar para convertir la ofensa y la deuda. Iluminar las sombras. Negar nuestro egoísmo, bendecir la Cruz y encontrarnos con Jesús.

Alma mía. Saluda al Señor. Él llega a nuestro encuentro dándonos su misericordia, perdón y toda clase de bendiciones. Está presente en este momento, cuando he llegado a este tiempo de oración, Dios está presente, esperándome. Dios siempre llega antes que yo, deseando contactarse conmigo como el mejor de mis más íntimos amigos.

Ahora comprenderás que al estar presente Dios contigo, el amor, el perdón, la bendición de nuestra vida está presente en nuestra vida, sólo basta aceptar la herencia que nos entrega, la salud de los enfermos, la libertad de los presos, el consuelo de los afligidos, la guía de los extraviados, el sostén de los pobres, la esperanza de los difuntos, la riqueza de los desposeídos. Alma mía, sólo espera que lo encarnemos en nuestra vida.

El Señor te creo en libertad alma mía, para vivir decidiendo por un bien superior, a eso te impulsa suavemente su Espíritu Santo. Alma mía, deja que te guíe libremente y se instale en mi corazón el deseo de conocerle y amarle cada día más, a cada paso.

En la conciencia es donde vivimos el presente. Pide a Dios, que te ayude a recordar que el Señor nos da la vida, es nuestro origen, agradécele el regalo de vivir. Enséñate a caminar más consciente y lentamente por la vida, aquietarte y disfrutar de los placeres en verdad creados para mí: Camina teniendo presente la belleza que me rodea, el prójimo, el cielo, las nubes, el viento, el aire que respiras, la comida, el descanso, el saludo, el trabajo, las montañas, la fragilidad del pétalo de una flor. Alma mía recuerda en la creación al creador y tú eres creación de Dios.

Deja de lamentar tu suerte, carencias, pérdidas y dolores. El Señor está contigo, Agradece su presencia y en el silencio y recogimiento de la oración escucha como te dice: ¡ a ti te lo digo, levántate! Mírate en su presencia, hazlo presente en ti, incorpórate, háblale, entrégate a tu prójimo, agradécele siempre los bienes recibidos y agradece bendiciendo los males.

La Palabra de Dios

Lucas 7:11-17

En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y mucho gentío. Cuando se acercaba a la entrada de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba. Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo: «No llores.» Se acercó al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: «¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!» El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre. Todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios, diciendo: «Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo.» La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea entera.