Alma mía cuando me hablas de la voluntad de Dios, de pronto no sé qué pensar de su voluntad y misericordia. Cuantas veces le hago una petición acompañada de oraciones apresuradas que más bien parecen limosna de mi boca y mente a cambio del favor que le solicito al Señor. Alma mía, mi necesidad parece justificar el maltrato a Dios.
Alma mía al mirarme en mi soledad escucho tantos milagros que el Señor ha realizado y tantas fórmulas para pedirle sus favores que cunado pido su favor, olvido que él conoce mis necesidades y antes que pedirle que se haga su voluntad, le pido que haga mi voluntad sin pensar como me está formando para llevarme a la plenitud del amor que es el cielo que nos tiene prometido. Alma Mía, cuida que mi voluntad sea la voluntad del Señor.
Alma mía, entre tanto ruido del que me rodeo me cuesta trabajo sacrificar un tiempo y un espacio de silencio para que contemples, alma mía, la presencia del Señor y llenes mi conciencia de su tierno amor en la oración, en el dialogo con el Padre Nuestro. Alma mía, ayúdame a darle al menos 10 minutos al día de mi vida a quien me da la vida.
Alma mía me creo muy bueno para juzgar a las personas pero ¿Quién es este Jesús? De quien tanto se habla y tanto deseas que lo escuche en mi conciencia, como el pastor busca a sus ovejas para guiarlas por camino seguro hasta pastos verdes a reposar. Alma mía ¿Quién es este Jesús? Que se encarna en la vida para entregarla a la muerte y resucitar para llegar a nuestra conciencia y que lo miremos presente con nosotros…
Alma mía me dices que aún en mis perversidades Jesús me contempla con amor y espera mi presencia, no sé qué pensar… no sé cómo pensarlo, no sé cómo sentirlo… Quisiera pensar que su Espíritu Santo me guía y seguirlo libremente. Alma mía abre en mi corazón el deseo de conocerle, escucharle y amarle cada día más.
Alma mía, sabes de mis egoísmos y me dices que Dios me ama incondicionalmente. Quiero recordar honestamente lo hecho en el día anterior, lo que me sucedió y mis sentimientos. ¿Qué le agradezco? Quiero mirarlo en mi vida para darle las gracias… Alma mía, al pensar en Dios veo que tengo acciones, pensamientos y omisiones que me avergüenzan y lamento que haya estado presente y no haya pensado en la presencia de Dios… Alma mía toma mi conciencia y llévame a pedirle perdón a Dios en nombre de Jesús encarnado como hijo amado del Espíritu Santo que con el Padre Nuestro son un solo Dios, un sólo Señor…
Alma mía, no sé qué pensar y sentir ahora. Alma mía, esfuérzame para pensar y sentir la presencia de Jesús
Lucas 9: 7-9
El virrey Herodes se enteró de todo lo que estaba ocurriendo, y no sabía qué pensar, porque unos decían: «Es Juan, que ha resucitado de entre los muertos»; y otros: «Es Elías que ha reaparecido»; y otros: «Es alguno de los antiguos profetas que ha resucitado». Pero Herodes se decía: «A Juan le hice cortar la cabeza. ¿Quién es entonces éste, del cual me cuentan cosas tan raras? «Y tenía ganas de verlo.
En el musical “Jesucristo SuperEstrella, Herodes dice: ”Tú eres el Cristo, el gran Jesucristo. Pruébame que no eres un loco; camina a través de mi piscina”. Pero Jesús no es un actor, y no puedo demandar milagros y signos externos de parte de Él. Su trabajo para nosotros se produce en lo profundo de nuestros corazones.
“¿Quién es este Jesús?”
Que sentimientos surgen en mí al orar y reflexionar sobre la Palabra de Dios? Me imagino a Jesús mismo sentado o de pie, cerca mío, y le abro mi corazón. Señor, la fe es un prerrequisito para ver. Solo al aceptarte y seguir tus caminos yo puedo esperar verte. Señor, que pueda verte más claramente, amarte más profundamente y seguirte más de cerca, día a día.
Jesús, Tú eres el bendito regalo del Padre, habitando entre nosotros. Tú nos llevas a la amistad con Dios y así nos tocas en lo más profundo de nuestro ser.
“En Él he encontrado el corazón de un león, el corazón de un amigo, el corazón de un hermano”. (San Ricardo)
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo; como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amen