Alma mía ¿Cuantas razones tienes para apartarte de la conciencia de que Dios está presente? Es tan normal su presencia que lo miras casi como un adorno más de nuestra vida, le das un lugar importante en la recámara, en la sala y el comedor. Aún en tu pecho, la cartera o en el transporte donde está su imagen, pero realmente dejas de mirarlo y retirarte a dialogar con él.
Al menos dale un saludo al sentir que está en la medalla, o cuando pasas frente al crucifijo envía un pensamiento de amor a la conciencia de su presencia. Vives adornado y rodeado de su presencia en el viento que te abraza, el canto del ave la naturaleza, el prójimo , el amanecer, en la Santa Misa y la Sagrada Eucaristía todo tiempo y circunstancia pues el Señor nunca se aparta de ti. Está en el templo de tu corazón y espera que le des un tiempo y un espacio para estar contigo.
Mira con cuanta misericordia y paciencia está en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, aún en lo perverso, el Señor te entrega su Amor y la luz del su Espíritu Santo para dar luz y consuelo, dirección y consejo a tu vida, a tu convivencia, a lo errores que pudieras evitar y corregir. Alma mía ¿qué será de ti el día de tu muerte? cuando tengas que buscarlo y tu conciencia esté en lo mundano, a donde buscarás la luz de la vida eterna.
Hoy te abruman los pensamientos de separación y confusión que los demonios siembran por el mundo y aquellos que te impiden ir al banquete Sagrado, al encuentro con el amor de los amores. Parece que el mundo domina tu suerte y tu suerte domina tu conciencia pues hasta que sufres carencia o duelo es cuando volteas a mirar al siempre presente. Alma mía el Señor no abandona a su creación, tú abandonas al creador.
Lo encuentras al entregar testimonio de su presencia, dando la buena noticia de que está presente, tomas conciencia de su presencia. Deja de negarlo y bendice con tus palabras el alimento, el día y a tu prójimo. Encarna en la conciencia de tus pensamientos el espacio para el Señor, cuando hagas Oración, en verdad visualízalo, cierra la puerta y si tus palabras no fluyen en amor… Alma mía, al menos salúdalo diciéndole Padre Nuestro… Saluda diciendo: “Buenos días te de Dios”; “Buenos días tengas mi Señor”
El retiro es como un árbol que se prende de la tierra. Entre mayor sea el tiempo del retiro mayor será la profundidad de las raíces que te sostendrá para llegar a lo alto, sin que el viento o el peso de la vida te arranque o derribe. Un saludo al mirar su presencia en imagen o encarnada en el prójimo. Diez minutos diarios para enraizar. Un par de horas a la semana, en la Santa Misa, para fortalecer las raíces y al menos dos o tres fines de semana al año de retiro espiritual para darle profundidad y altura a la conciencia que tienes.
¿Qué te acongoja que su presencia no consuele? ¿Qué te falta en verdad que su voluntad no te entregue? ¿Cuántas respuestas necesitas encontrar en su sabiduría infinita? ¿Qué obscuridad cubriría la luz de su presencia? Ocúpate del prójimo y el mundo salvándolo con su presencia. Alma mía hazlo presente en tu conciencia, retírate y a su presencia. Alma mía la salud, la paz y la armonía comienzan desde el Espíritu Santo, que es el Padre y Jesucristo. En su nombre agradece y pide la conciencia de su presencia en la fe que mueve montañas y crece como levadura o un grano de mostaza