Dios te bendice, está presente cuando dos o mas se reúnen en nombre de Jesucristo y escucha nuestras intenciones y peticiones. Quien en Cristo muere, en Cristo está, por eso también nuestros difuntos escuchan nuestros ruegos de Amor.
El dolor de la pérdida de un ser querido es una oportunidad de descubrir los brazos de Jesús y de María que nos consuelan y animan en el misterio de la muerte. El espíritu deja el cuerpo para ir a la Casa del Padre.
Dios te bendice: Perdona y Ama, toma su mano y sigue su camino, verdad y vida.
Juan Manuel D»Acosta L.
Consejero Terapeuta en Mision de Amor
NOTA: Es aconsejable realizar esta vigilia de difuntos de «cuerpo presente» o aún en el momento de la exhumación preparados con el perdón en nuestro corazón dejando rencores, deudas y separación.
Contenido
Inicio
Por la Señal, etc.
Hermanos, también roguemos confiadamente a Dios, fuente de toda vida para que llene con la gloria y felicidad de los santos a nuestro hermano (a)________. Pidámosle que tenga misericordia de el (ella ) en el día del juicio; que lo (la) libre de la condenación y lo (la) absuelva de los castigos merecidos por sus culpas para que reconciliado (a con Dios nuestro Padre, sea llevado (a) por Jesucristo, nuestro buen pastor, hasta su reino eterno, para gozar de su compañía y la de todos los Santos .
Dios mío, ven en mi auxilio. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre…Como era en el principio…
V. Hemos venido a rezar por el difunto (a) N……
TODOS: En tus manos, Señor, encomiendo su espíritu.
Himno
LIBRA MIS OJOS DE LA MUERTE
Libra mis ojos de la muerte;
dales la luz que es su destino.
Yo, como el ciego del camino,
pido un milagro para verte.
Haz de esta piedra de mis manos
una herramienta constructiva;
cura su fiebre posesiva
y ábrela al bien de mis hermanos.
Que yo comprenda, Señor mío,
al que se queja y retrocede;
que el corazón no se me quede
desentendidamente frío.
Guarda mi fe del enemigo
(¡tantos me dicen que estás muerto!)
Tú que conoces el desierto,
dame tu mano y ven conmigo. Aeen
SALMODIA
Ant. 1: De tierra me formaste y me revestiste de carne; Señor, Redentor mío, resucítame en el último día.
Salmo 39, 2-14. 17-18
Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito:
me levantó de la fosa fatal,
de la charca fangosa;
afianzó mis pies sobre roca,
y aseguró mis pasos;
me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios.
Muchos, al verlo, quedaron sobrecogidos
y confiaron en el Señor.
Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor,
y no acude a los idólatras,
que se extravían con engaños.
¡Cuántas maravillas has hecho,
Señor Dios mío,
cuántos planes en favor nuestro!
Nadie se te puede comparar:
intento proclamarlas, decirlas,
pero superan todo número.
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio,
entonces yo digo: «Aquí estoy
-como está escrito en mi libro
para hacer tu voluntad.»
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 1: De tierra me formaste y me revestiste de carne; Señor, Redentor mío, resucítame en el último día.
Ant. 2: Señor, dígnate librarme, date prisa en socorrerme.
He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios:
Señor, tú lo sabes.
No me he guardado en el pecho tu defensa,
he proclamado tu fidelidad y tu salvación,
no he negado tu misericordia y tu lealtad
ante la gran asamblea.
Tú, Señor, no me niegues tu clemencia,
que tu misericordia y tu lealtad me guarden siempre,
porque me cercan desgracias sin cuento.
Se me echan encima mis culpas,
y no puedo huir;
son más que los cabellos de mi cabeza,
y me falta el valor.
Señor, dígnate librarme;
Señor, date prisa en socorrerme.
Alégrense y gocen contigo
todos los que te buscan;
digan siempre: «Grande es el Señor»,
los que desean tu salvación.
Yo soy pobre y desdichado,
pero el Señor cuida de mi;
tú eres mi auxilio y mi liberación:
Dios mío, no tardes.
Ant. 2: Señor. dígnate librarme, date prisa en socorrerme.
Ant. 3: Mi alma tiene sed del Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el rostro del Señor?
Salmo 41
Como busca la cierva
corrientes de agua,
así mi alma te busca
a ti, Dios mío;
tiene sed de Dios.
del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver
el rostro de Dios?
Las lágrimas son mi pan,
noche y día,
mientras todo el día me repiten:
«¿Dónde está tu Dios?»
Recuerdo otros tiempos,
y mi alma desfallece de tristeza:
cómo marchaba a la cabeza del grupo,
hacia la casa de Dios,
entre cantos de júbilo y alabanza,
en el bullicio de la fiesta.
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío.»
Cuando mi alma se acongoja,
te recuerdo,
desde el Jordán y el Hermón
y el Monte Menor.
Una sima grita a otra sima
con voz de cascadas:
tus torrentes y tus olas
me han arrollado.
De día el Señor me hará misericordia,
de noche cantaré la alabanza
del Dios de mi vida.
Diré a Dios: Roca mía,
¿por qué me olvidas?
¿Por qué voy andando sombrío,
hostigado por mi enemigo?
Se me rompen los huesos
por las burlas del adversario;
todo el día me preguntan:
«¿Dónde está tu Dios?»
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío.»
Ant. 3: Mi alma tiene. sed del Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el rostro del Señor?
V. Grande es tu ternura, Señor.
R. Con tu palabra dame vida.
PRIMERA LECTURA
De la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15, 12-34
LA RESURRECCIÓN DE CRISTO, ESPERANZA DE LOS CREYENTES
Hermanos: Si anunciamos que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo es que decía alguno que los muertos no resucitan? Si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si no resucitó Cristo, vana es nuestra predicación, vana también vuestra fe. Y somos convictos de falsos testigos de Dios porque hemos atestiguado contra Dios que resucitó a Cristo, a quien no resucitó, si es que los muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo ha resucitado. Y si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido, seguís con vuestros pecados; y los que murieron con Cristo se han perdido. Si nuestra esperanza en Cristo acaba con esta vida, somos los hombres más desdichados.
¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Lo mismo que por un hombre hubo muero te, por otro hombre hay resurrección de los muertos, y lo mismo que en Adán todos mueren, en Cristo todos serán llamados de nuevo a la vida. Pero cada uno en su puesto: primero, Cristo; después, en su Parusía, los de Cristo. Después será la consumación: cuando devuelva el reino a Dios Padre, después de aniquilar todo principado, poder y fuerza.
Pues él debe reinar hasta poner todos sus enemigos bajo sus pies. El último enemigo aniquilado será la muerte. Porque ha sometido todas las cosas bajo sus pies. Mas cuando ‘él dice que .todo está sometido-, es evidente que se excluye a aquel que ha sometido a él todas las cosas. Cuando hayan sido sometidas a él todas las cosas, entonces también el Hijo se someterá a aquel que ha sometido a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todo.
De no ser así, ¿a qué viene el bautizarse por los muertos? Si los muertos no resucitan en manera alguna, ¿por qué bautizarse por ellos? Y nosotros mismos, ¿por qué nos ponemos en peligro a todas horas? Os Juro, hermanos, por el orgullo que siento por vosotros en Cristo Jesús, Señor nuestro, que cada día estoy en peligro de muerte. Si por motivos humanos luché en Éfeso contra las bestias, ¿qué provecho saqué? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, que mañana moriremos.
No os engañéis: «Las malas compañías corrompen las buenas costumbres.» Despertaos, como conviene, y no pequéis; que hay entre vosotros quienes desconocen a Dios. Para vergüenza vuestra lo digo.
Responsorio 1Co 15, 25-26; cf. Ap 20, 13. 14
R. Cristo debe reinar hasta que Dios ponga todos sus enemigos bajo sus pies. * El último enemigo aniquilado será la muerte.
V. Entonces la muerte y el hades devolverán los muertos, y la muerte y el hades serán arrojados al lago de fuego.
R. El último enemigo aniquilado será la muerte.
SEGUNDA LECTURA
De las Disertaciones de san Anastasio de Antioquía, obispo
(Disertación 5, Sobre la resurrección de Cristo. 6-7. 9: PG 89, 1358-1359. 1361-1362)
CRISTO TRANSFIGURARA ESTE MISERABLE CUERPO NUESTRO
Cristo murió y volvió a la vida para eso, para ser Señor de muertos y vivos. Pero Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos. Por tanto, los muertos, de los cuales es Señor aquel que volvió a la vida, ya no están muertos, sino que viven; y por esto domina sobre ellos la vida, de modo que viven ya sin temor a la muerte, del mismo modo que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere.
Así pues, resucitados y liberados de la corrupción, ya no volverán a experimentar la muerte, sino que tendrán parte en la resurrección de Cristo, como Cristo tuvo parte en la muerte por la que pasaron.
Por esto precisamente bajó Cristo a la tierra, que estaba sujeta con cerrojos eternos: para destrozar las puertas de bronce y quebrar los cerrojos de hierro, y para sacar nuestra vida de la corrupción, cambiando nuestra esclavitud en libertad.
y si este plan de Dios no lo vemos todavía realizado del todo, ya que los hombres continúan muriendo y sus cuerpos sujetos a la disolución del sepulcro, ello no ha de ser motivo de engaño, pues poseemos ya las arras y primicias de todos estos bienes que hemos dicho; gracias a ellas. hemos subido ya al cielo y nos hemos sentado con aquel que nos ha llevado consigo a las alturas. como dice Pablo en una de sus cartas:
Nos resucitó con él y nos hizo sentar en los cielos con Cristo.
La plena realización tendrá lugar cuando llegue el momento determinado de antemano por el Padre, cuando dejaremos ya de ser niños y llegaremos al estado de hombre perfecto. Así ha parecido bien al Padre de los siglos, para que su don permanezca estable, sin el peligro de ser menospreciado por una mentalidad todavía inmadura.
No es necesario demostrar que el cuerpo del Señor resucitó espiritualizado, ya que Pablo, hablando de la resurrección de los cuerpos, afirma claramente: Se siembra un cuerpo natural, resucita un cuerpo espiritual, es decir, un cuerpo transfigurado a imitación de la gloriosa transfiguración de Cristo. nuestro guía y predecesor.
El Apóstol, en efecto. bien enterado de esta materia, nos enseña cuál sea el futuro de toda la humanidad. gracias a Cristo, el cual transfigurará este miserable cuerpo nuestro en un cuerpo glorioso como el suyo.
Por tanto, si la transfiguración es una transformación en cuerpo espiritual. si este cuerpo espiritual es a semejanza del cuerpo glorioso de Cristo, de ahí se sigue que Cristo resucitó con un cuerpo espiritual; y este cuerpo es el mismo que fue sembrado en vileza, el mismo que ha sido cambiado en un cuerpo lleno de gloria.
Y habiendo colocado junto al Padre este cuerpo glorificado como primicias de nuestra naturaleza, allí colocará también el universo en su totalidad, tal como prometió cuando dijo: Cuando yo sea levantado, atraeré a todos hacia mí.
Responsorio Jn 5, 28-29; 1Co 15, 52
R. Los que están en el sepulcro oirán la voz del Hijo de Dios. * Los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el mal a una resurrección de condena.
V. En un Instante. en un abrir y cerrar de ojos, al toque de la última trompeta, los muertos despertarán
R. Los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el mal, a una resurrección de condena.
Todos. Amen
A continuación rezar el rosario según el día que corresponda
Rosario Por los difuntos según el día
Por la Señal, etc.