Las mentiras y el cordero Pascual

Las mentiras son semillas que sembramos en nuestra vida que, al crecer en el tiempo, por fuera se miran como flores hermosas y perfumadas pero por dentro son un corral tejido con espinas que terminan por quitar la vida.

Hacer cosas prohibidas

Un grupo de pequeñas ovejas jugaba en la pradera subiendo y bajando con otros compañeros, de pronto un gran borrego se les acercó y los fue llevando uno a uno a una cueva donde hicieron cosas prohibidas. Cuando salían de esa cueva ya no jugaban juntos ni alegres, ahora estaban callados y caminaban en lugar de correr. Aquel borrego no era lo que parecía, era un espíritu malo que se cubría con una piel de borrego, así que volvió a acercarse a la pequeña oveja y sus compañeros y les dijo: “no comenten, no digan lo que ha pasado, aquí les voy a dar unas semillas para que, cada vez que les pregunten ¿qué es lo que les pasa? Respondan sembrando una de estas semillas y diciendo, estoy sembrando unas flores muy bonitas para que regalarte y decirte que te quiero”.

Sembrar mentiras

Así obedecieron a aquel borrego y se mantuvieron juntas porque en su corazón sabían que habían hecho cosas prohibidas y no se atrevían a decir la verdad. Así cuando la madre o el padre les preguntaba porque estaban tan serias ellas sembraban una semilla diciendo, siembro flores bonitas para regalarte. Lo que no sabían aquellas ovejas era que esas semillas eran las semillas de las mentira y cuando crecían hacia afuera nacían flores hermosas que parecían regalos, pero hacia donde estaban las ovejas crecían ramas llenas de espinas que, poco a poco, fueron convirtiéndose en un corral que no las dejaba salir a jugar y ser felices. Cuando los buscaban los otros borregos para caminar por la pradera las ovejas sembraban otra semilla y decían que estaban sembrando flores muy bonitas. Algunos borregos pensaban que eran ovejas muy trabajadores y bondadosos con la gente, pero las ovejas se encerraban mas y mas en aquel corral de espinas.

Cultivar mentiras

El espíritu malo, vestido de borrego, sabía que estaban encerrados entre las mentiras y así crecerían juntas y serían un buen alimento para comérselas una a una. Cuando se acercaba les repetía “no comenten, no digan lo que ha pasado”. Mientras, hagan lo prohibido que yo les enseñé, junten muchas semillas para seguir sembrando y diviértanse sin que nadie las moleste ni diga que son malas.

Encerrándose con mentiras y el miedo a la verdad

Cerca de esas praderas había un rebaño de corderos. En ese rebaño había un cordero muy especial que las guiaba y que sabía muy bien quien era aquel espíritu malo con piel de borrego. También conocía como atrapaba a las ovejas con las mentiras y el miedo a la verdad. Sabía que las mismas ovejas se encerrarían en un corral para separarse de las demás, que entre ellas se harían lo prohibido y poco a poco las espinas las matarían cuando las ovejas estuvieran gordos y grandes y serían la comida de aquel espíritu malo.

Las ovejas son parientes de los corderos, los corderos les nombran hermanos. Así que por amor a sus hermanos se había propuesto encontrar aquellos corrales que por fuera mostraba flores hermosas y perfumadas pero por dentro, aquel corral estaba tejido con las espinas de las mentiras que terminarían por quitarles la vida.

El cordero Pascual

Aquel cordero especial, se llamaba Pascual y sabía como abrirles el paso para sacarlas del corral espinoso, aunque esas espinas también se le clavaran en su cuerpo. Un día descubrió muchas flores hermosas unidas que formaban como una bonita enramada de flores, pero el cordero sabía que era el corral y si apuraba el paso todavía podría salvar a alguno de aquellas ovejas.

El rescate

Al acercarse aquel cordero los corderos estaban haciendo lo que el espíritu malo les había enseñado y entre mas se movían mas se lastimaban con las espinas. Le dijeron las ovejas al cordero “siembro flores bonitas para regalarte” y sembraron otras semillas de la mentira. Una de las ovejas, el mas grande que estaba con las espinas clavadas en su piel, le dijo al cordero. Ya no quiero sembrar mas semillas y me arrepiento de hacer cosas prohibidas. A lo que el cordero dijo, no he venido a juzgar sino a salvarlas. Así se alejó un poco para tomar impulso y se lanzó sobre aquel corral de mentiras. Al chocar las espinas se le enterraban y sangraba, algunas se rompieron pero faltaba más para abrir una salida. Nuevamente se separo y volvió a arrojarse sobre las espinas. Una y otra vez hasta que se abrió un hueco suficientemente grande para que salieran las ovejas. La sangre del cordero marcaba aquel hueco por donde salieron aquellas ovejas. Uno de ellos traía semillas de mentira y el cordero bañado en sangre le dijo deja esas semillas y no las siembres más.

Las ovejas podían correr nuevamente por aquella pradera, volvieron a brincar y jugar, aprendieron que esas cosas prohibidas los entristecían y las mentiras los encerraban. El cordero fue con el pastor y le dijo: “Perdónalos porque no sabían lo que hacían”. Así el pastor las llamo y ellas reconocieron su voz y fueron a unirse con el rebaño. Pero aquel espíritu malo, que se cubría con una piel de borrego, estaba llevándose a una cueva a otras ovejas que jugaba en la pradera.