Así me siento, luego de caminar por una vía que tiene dolor, hoy le encontré sentido al luchar por la plenitud espiritual, en términos comunes sería el «orgasmo del espíritu». Es decir, lograr que el espíritu esté colmado al lograr llevar al gozo del amor a otras personas. Es una entrega que recibe al dar, al acompañar a otros a descubrir la luz que los alimenta y mueve, a limpiar el faro de tantos humos acumulados en el tiempo, a mirar como se convierte la razón y el sentimiento en instrumentos del espíritu, a vivir un beso desde el alma.
Pasar esta vía dolorosa me vuelve a llevar a que sólo tiene sentido amar y viajar ligero de equipaje, sin resentimientos y amargos recuerdos, transformándolas en gratitud por cada lección que lleva esa experiencia
Naturalmente el cuerpo es el primero que se queja al dominarlo con el amor. Se que descubriré nuevas caricias, aparecerán al sencillamente sonreír y saludar con la paz del amor a cualquiera, aun que pudiera ser alguien que desprecia o busca dañarme.
Descubro que en el silencio, la prudencia y en la humildad de servir y atender hay abrazos completos que tanto necesitamos como seres humanos. Hay tantas maneras de hacer el amor: un dulce siempre es motivo de recordarnos que somos niños y amados.
Seguramente en este camino voy a caer muchas veces antes de lograr aprender a caminarlo, pero ahora tiene un horizonte claro y diáfano. Aunque lo hubiera visto y transitado algunas veces, no lo reconocía como ahora.
Bendito el dolor y quien me arrojo a los brazos del amor despreciándome. Benditos sean quienes en su prisa me regalaron el espacio del amor y al recuperar este, tener el lugar donde sembrar flores de amor.
Este sacrificio tiene sentido y solo sirve si me lleno de amor y me rodeo de él. Si busco incansable, un día ala vez, la plenitud del espíritu. Ya es tiempo de despertar. Y que mejor que recordándole que te quiero y descubriendo en mi corazón el cariño que me das. ¡Feliz resurrección en el amor!