Alma mía, Dios te contempla con amor y espera tu presencia. Así también conoce cada uno de los pensamientos y emociones, preocupaciones, carencias y necesidades que guardas en tu conciencia. Ha estado siempre presente a pesar de que lo has ignorado o puesto en segundo lugar y hasta lo has dejado en el olvido. Alma mía descubre que el aliento que te anima es el amor del Señor, retírate a su presencia.