Reza alma mía para que el Señor guíe tus pasos en este valle de lágrimas, que aún nuestra Madre Santísima a padecido el dolor de la vida antes de encontrar el gozo del cielo. En este Rosario de Lágrima confía tu duelo a las manos de la Santísima Virgen María. ¿Quien como ella? para interceder ante su amado hijo, nuestro Señor Jesucristo.
Prepara un tiempo propicio y un lugar de recogimiento para que tu alma se ilumine de la luz de su gracia. Escucha y medita las palabras que tu boca proclaman y guarda silencio para que recojas los frutos de tu invocación a nuestro Señor Jesucristo por medio de nuestra madre del Cielo, que nos confió el mismo Jesús en la cruz.
Se reza un Padrenuestro y siete Ave Marías por cada dolor de la Virgen. Al mismo tiempo le pedimos que nos ayude a entender el mal que hemos cometido y nos lleve a un verdadero arrepentimiento. Al unir nuestros dolores a los de María, tal como Ella unió Sus dolores a los de su Hijo, participamos en la redención de nuestros pecados y los del mundo entero.
(Persignádose)

(Lucas 2, 35)
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
R. Amén.
Acto de Contrición
Señor mío, Jesucristo, me arrepiento profundamente de todos mis pecados. Humildemente suplico Tu perdón y por medio de Tu gracia, concédeme ser verdaderamente merecedor de Tu amor, por los méritos de Tu Pasión y Tu muerte y por los dolores de Tu Madre Santísima.
R. Amén.
Ofrecimiento:
Santa Madre te ofrecemos este rosario para que, por las lágrimas que derramaste, intercedas por esta necesidad (Decirla petición) ante Dios nuestro Señor
Creemos que tu Hijo Jesucristo, nuestro Señor, honrar especialmente la invocación de tu dolor, más allá de eso, esperamos nos conceda los favores que te pedimos por los merecimientos de tu lágrimas.
Que este rosario alcance para la Conversión de muchos pecadores, especialmente de los poseídos por el demonio. Que este rosario derrote al demonio y destruya el poder del infierno. Que el Amor con que te lo ofrecemos sea nuestra armadura para la gran batalla.
Santa Madre:
- Pon paz en nuestra familia.
- Ilumínanos en los Divinos Misterios.
- Consuélanos en nuestras penas
- Acompáñanos en nuestros trabajos.
- Protégenos en todos los instantes de nuestras vidas.
- Recibe nuestra petición con tal que no se oponga a la voluntad de tu Divino Hijo y a la santificación de mi alma. (Decir la petición)
R. Amén.
Ofrecimiento a Jesús
Señor Jesús, al subir el Monte Calvario por nosotros encontraste las perlas preciosas en este mundo ¡Las Lágrimas de tu Madre! Dolor Infinito al mirarte clavado en lo alto de la Cruz. Tu la miraste llorando con tanta angustia.
Subiste el Monte Calvario para encontrar tu aliento en ellas…
Ayúdanos a subir por encima de nuestros vicios inclinaciones y voluntades, a despreciar el mundo de mentirosas promesas. Y encontrar en nuestra alma estas perlas preciosas que iluminan nuestro espíritu, porque tu Reino es todo Espiritual.
No es simple agua derramada de los ojos purísimos de Maria. Ayúdanos a recoger el fruto de sus angustias, el dolor de su alma y de su corazón maternal que derramó tantas lágrimas, a los pies de tu Cruz.
Somos tus hijos amados, por nuestra ignorancia ante tu sacrificio tu Madre derrama lágrimas, por sus perlas te pedimos (Decirla petición)
Que sean provecho para nuestra alma estas Lágrimas Benditas, que sirvan para la conversión y Santificación de nuestra vida.
Son perlas preciosas, porque con mucho Amor nos fueron dadas. Tu madre llora por nuestras almas, entrega sus lágrimas cooperando con tu Amor de Divino Hijo, para nuestra redención.
Oh Jesús derramaste tu Sangre y Nuestra Madre derramó sus Lágrimas. Que no sea estéril tanto sufrimiento.
R. Amén.
Oración Inicial
Jesús crucificado: Postrados a los pies de tu cruz, te ofrecemos las «Lágrimas y Sangre» de aquella, que te acompaña con tierno amor y compasión en tu vía-crucis. Concédenos la gracia, oh buen Maestro, de reconocer las enseñanzas contenidas en tu Sangre y las lágrimas de tu Santísima Madre, para cumplir Tu voluntad de tal manera, que un día seamos dignos, de alabarte y glorificarte por toda la eternidad.
R.- Amén.
Primer dolor:
Simeón te comparte tu profecía.
- (Lucas 2:22-35)
Asimismo, cuando llegó el día en que, de acuerdo a la Ley de Moisés, debían cumplir el rito de la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, tal como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor. También ofrecieron el sacrificio que ordena la Ley del Señor: una pareja de tórtolas o dos pichones. Había entonces en Jerusalén un hombre muy piadoso y cumplidor a los ojos de Dios, llamado Simeón. Este hombre esperaba el día en que Dios atendiera a Israel, y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no moriría antes de haber visto al Mesías del Señor. El Espíritu también lo llevó al Templo en aquel momento. Como los padres traían al niño Jesús para cumplir con él lo que mandaba la Ley, Simeón lo tomó en sus brazos y bendijo a Dios con estas palabras:»Ahora, Señor, ya puedes dejar que tu servidor muera en paz como le has dicho. Porque mis ojos han visto a tu salvador, que has preparado y ofreces a todos los pueblos la luz que se revelará a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel.»
Su padre y su madre estaban maravillados por todo lo que se decía del niño. Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: «Mira, este niño traerá a la gente de Israel ya sea caída o resurrección. Será una señal impugnada en cuanto se manifieste, mientras a ti misma una espada te atravesará el alma.»
Nos unimos a María para escuchar las palabras de Simeón que unía el gozo y la triste sentencia. Qué grande fue el impacto en tu Corazón de Madre, cuando escuchaste las tristes palabras con las que Simeón te profetizó la amarga Pasión y muerte de tu dulce Jesús.
En nuestra oración, debemos confiar en el Espíritu para que nos ayude en nuestras elecciones; para que nos conduzca a nuestro verdadero destino.
Oh Jesús derramas tu Sangre en la Santa Eucaristía y Nuestra Madre derrama sus Lágrimas. Que no sea estéril tanto sufrimiento.
R. Amén.
Padrenuestro
Oh Jesús derramas tu Sangre en la Santa Eucaristía y Nuestra Madre derrama sus Lágrimas. Que no sea estéril tanto sufrimiento.
Santa Madre, obtén para mí un auténtico arrepentimiento por mis pecados. Que encontremos perdón y misericordia de tu Hijo por nuestros pecados.
Siete Ave María
Oh Jesús mío, mira las lágrimas de aquella, que te tiene el
amor más grande en la tierra y en el cielo te ama con el amor más
fervoroso.
(3
veces)
Segundo Dolor.-
Tu familia es obligada a huir a Egipto, escapando de Herodes
que quería matar a tu Hijo Amado.
- (Mateo 2: 13-15, 19-23)
Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.» José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: «Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto». Cuando murió Herodes, el ángel del Señor se apareció de nuevo en sueños a José en Egipto y le dijo: «Levántate, coge al niño y a su madre y vuélvete a Israel; ya han muerto los que atentaban contra la vida del niño.» Se levantó, cogió al niño y a su madre y volvió a Israel. Pero, al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea como sucesor de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá. Y, avisado en sueños, se retiró a Galilea y se estableció en un pueblo llamado Nazaret. Así se cumplió lo que dijeron los profetas, que se llamaría Nazareno.
¿Dónde está mi mente y mi corazón? ¿Es en la fragilidad del niño, la Palabra de Dios en peligro de desaparecer? ¿Es José, firme y fiel como padre? ¿En la inspiración de Dios que llega en el momento oportuno?
Santa Madre ¡Que agudo dolor! cuando, con José, huyeron repentinamente de noche, a fin de salvar a tu querido Hijo de la matanza decretada por Herodes. Cuánta angustia, cuántas tus privaciones durante tan largo viaje. Cuántos sufrimientos experimentaste en la tierra del exilio.
Oh Jesús derramas tu Sangre en la Santa Eucaristía y Nuestra Madre derrama sus Lágrimas. Que no sea estéril tanto sufrimiento.
R. Amén.
Padrenuestro
Oh Jesús derramas tu Sangre en la Santa Eucaristía y Nuestra Madre derrama sus Lágrimas. Que no sea estéril tanto sufrimiento.
Madre Dolorosa, alcánzame la gracia de perseverar en la confianza y el abandono a Dios, aún en los momentos más difíciles de mi vida. Que tu dolor nos libre de secuestrar a nuestros hijos, que al separarse como matrimonio, los separan de su padre o madre, para cobrar bienes o satisfacciones.
Siete Ave María
Oh Jesús mío, mira las lágrimas de aquella, que te tiene el
amor más grande en la tierra y en el cielo te ama con el amor más
fervoroso.
(3
veces)
Tercer dolor.-
Tres días buscaste a tu
Hijo que lo daban por perdido.
- (Lucas 2, 41-52)
Por las fiestas de Pascua iban sus padres todos los años a Jerusalén. Cuando cumplió doce años, subieron a la fiesta según costumbre. Al terminar ésta, mientras ellos se volvían, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres lo supieran. Pensando que iba en la caravana, hicieron un día de camino y se pusieron a buscarlo entre los parientes y los conocidos. Al no encontrarlo, regresaron a buscarlo a Jerusalén. Al cabo de tres días lo encontraron en el templo, sentado en medio de los doctores de la ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Y todos los que lo oían estaban atónitos ante su inteligencia y sus respuestas. Al verlo, se quedaron desconcertados, y su madre le dijo: “Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados”. Él replicó: “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debo estar en la casa de mi Padre?” Ellos no entendieron lo que les dijo. Regresó con ellos, fue a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre guardaba todas estas cosas en su corazón. Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en el favor de Dios y de los hombres.
Qué angustioso fue tu dolor de Madre cuando descubres de que habías perdido a tu querido Hijo. Llena de preocupación y fatiga, regresaste con José a Jerusalén. Durante tres largos días buscaron a Jesús, hasta que lo encontraron en la casa del Padre Nuestro.
“En la casa de mi Padre”. ¿Creo que la casa del Padre Nuestro se puede encontrar en mí? Si lo creo, tal vez pueda abrirme a una maravilla aún más grande:
“Aquellos que me aman guardarán mi palabra, y mi Padre los amará, e iremos a ellos y haremos nuestra morada con ellos” (Juan 14:23)
María y José hicieron una angustiada visita al templo de Jerusalén, buscando al que habían perdido. Cuando hago oración voy al templo del Espíritu Santo dentro de mí, voy con la certeza de encontrar a Dios allí.
Oh Jesús derramas tu Sangre en la Santa Eucaristía y Nuestra Madre derrama sus Lágrimas. Que no sea estéril tanto sufrimiento.
R. Amén.
Padrenuestro
Oh Jesús derramas tu Sangre en la Santa Eucaristía y Nuestra Madre derrama sus Lágrimas. Que no sea estéril tanto sufrimiento.
Madre querida, cuando el pecado me lleve a perder a Jesús, ayúdame a encontrarlo de nuevo a través de la oración y el Sacramento de la Reconciliación. Defiéndenos en los combates espirituales con el enemigo infernal.
Siete Ave María
Oh Jesús mío, mira las lágrimas de aquella, que te tiene el
amor más grande en la tierra y en el cielo te ama con el amor más
fervoroso.
(3
veces)
Cuarto dolor.-
Encuentras a tu Divino Hijo
cargando la cruz rumbo al Calvario.
- (Lucas 2,34-35,51b)
Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestaran claramente los pensamientos íntimos de muchos.
Su madre conservaba estas cosas en su corazón.
Así se cumple la profecía donde la espada atraviesa tu corazón, me duele contemplar tan triste escena. Madre mía, tan dulce y amorosa, te encuentras con tu Hijo en medio de quienes lo arrastran a tan cruel muerte. Tremendo dolor que sintieron cuando sus ojos se encontraron y como Madre bendita intentas dar apoyo a tu Hijo en su calvario, la traición, el abandono, la burla, la condena, los temores y la ira.
Es tan fácil y “agradable”, ser egoísta, indiferente y hasta crueles con quienes nos rodean. Sin lugar a dudas. Jesús, cada día revives tu Vía Crucis, al mirar que el mandato del amor no lo practicamos. Vamos predispuestos mental y sentimentalmente para “cobramos” lo pasado, para hacernos los ofendidos o para burlarnos de alguien, siendo que es a Ti, mi Jesús, a quien ofendemos.
Oh Jesús derramas tu Sangre en la Santa Eucaristía y Nuestra Madre derrama sus Lágrimas. Que no sea estéril tanto sufrimiento.
R. Amén.
Padrenuestro
Oh Jesús derramas tu Sangre en la Santa Eucaristía y Nuestra Madre derrama sus Lágrimas. Que no sea estéril tanto sufrimiento.
Madre querida, que tus lagrimas reblandezcan nuestro corazón para que seamos hijos del Padre Nuestro: quiero acompañar a Jesús en Su Pasión, ayúdanos a reconocerlo en nuestros hermanos y hermanas que sufren, consolar al doliente, ayudar a quien lo necesita y apoyar al abandonado, especialmente si son niños, viudas y ancianos.
Siete Ave María
Oh Jesús mío, mira las lágrimas de aquella, que te tiene el
amor más grande en la tierra y en el cielo te ama con el amor más
fervoroso.
(3
veces)
Quinto dolor.-
Miras a tu Amado Hijo ensangrentado y agonizando tres horas
hasta morir en la cruz.
(Juan 19, 25-27)
Cerca de la cruz de Jesús estaba su madre, con María, la hermana de su madre, esposa de Cleofás, y María de Magdalena. Jesús, al ver a la Madre y junto a ella al discípulo que más quería, dijo a la Madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Después dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquel momento el discípulo se la llevó a su casa.
Madre Mía, contemplas a Jesús sufriendo por nosotros, es la estrella que alimentaste con tu leche, acunaste y procuraste con tu amor; tu amor detiene la sangre en mi corazón, hiela mis huesos y eriza mis cabellos,
Incluso al momento de su muerte, el corazón de Jesús está abierto para aquellos que sufren. Él reconoce tu sufrimiento y el de Juan, y les pide que hagan espacio en sus vidas el uno para el otro.
Oh Jesús derramas tu Sangre en la Santa Eucaristía y Nuestra Madre derrama sus Lágrimas. Que no sea estéril tanto sufrimiento.
R. Amén.
Padrenuestro
Oh Jesús derramas tu Sangre en la Santa Eucaristía y Nuestra Madre derrama sus Lágrimas. Que no sea estéril tanto sufrimiento.
Madre Amada, te acepto como mi Madre y quiero recordar siempre que tú nunca le fallas a tus hijos. Que tus perlas de amor paguen la salvación de nuestros pequeños niños y nos ayuden a librarlos de ser asesinados con el aborto, por nuestra conveniencia, egoísmo o vergüenza.
Siete Ave María
Oh Jesús mío, mira las lágrimas de aquella, que te tiene el
amor más grande en la tierra y en el cielo te ama con el amor más
fervoroso.
(3
veces)
Sexto Dolor.-
Tu Amado Hijo, traspasado en el pecho por la lanza, es bajado de la cruz y depositado en tus brazos.
- (Marcos 15, 42-46)
Ya al atardecer, como era el día de la preparación, es decir, la víspera del día de reposo, vino José de Arimatea, miembro prominente del Concilio (Sanedrín), que también esperaba el reino de Dios; y llenándose de valor, entró adonde estaba Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato se sorprendió de que ya hubiera muerto, y llamando al centurión, le preguntó si ya estaba muerto. Y al comprobar esto por medio del centurión, le concedió el cuerpo a José, quien compró un lienzo de lino, y bajando el cuerpo de la cruz, Lo envolvió en el lienzo de lino y Lo puso en un sepulcro que había sido excavado en la roca; e hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro.
Santa María, tu Corazón sentía el amargo dolor cuando el cuerpo de tu querido Jesús fue bajado de la cruz y colocado en tu regazo. Las perlas de tus ojos alimentaban la tierra. Oh, Madre Dolorosa, nuestros corazones se estremecen al ver tanta aflicción. Necesitamos de tu mirada tierna, tu mirada de Madre, esa que nos destapa el alma. Tu mirada está llena de compasión y de cuidado.
A ti, Señor Jesús, que muerto estuviste en sus brazos, queremos hoy agradecerte habernos dado ese regalo. Es María la ternura plasmada en su dulce mirada que acompaña nuestra vida y nos cuida las espaldas. Aleja de nosotros el miedo y danos siempre valor para mirar con cariño a quien merece compasión.
A ti, Jesús de la misericordia, y a ti Madre de piedad, todo honor y todo gloria con el Padre y el Espíritu, hoy y siempre por los siglos de los siglos.
Oh Jesús derramas tu Sangre en la Santa Eucaristía y Nuestra Madre derrama sus Lágrimas. Que no sea estéril tanto sufrimiento.
R. Amén.
Padrenuestro
Oh Jesús derramaste tu Sangre en la Santa Eucaristía y Nuestra Madre derrama sus Lágrimas. Que no sea estéril tanto sufrimiento.
Madre Amada, regálanos tu mirada. Haz que permanezcamos fieles a Jesús hasta el último instante de nuestras vidas. Asístenos en el momento de nuestra muerte: Muéstranos tu rostro Maternal.
Siete Ave María
Oh Jesús mío, mira las lágrimas de aquella, que te tiene el amor más grande en la tierra y en el cielo te ama con el amor más fervoroso. (3 veces)
Séptimo dolor.-
Cuando contemplaste el
Cuerpo de tu Divino Hijo en el sepulcro
- (Juan 19, 38-42)
Después de esto, José de Arimatea se presentó a Pilato. Era discípulo de Jesús, pero no lo decía por miedo a los judíos. Pidió a Pilato la autorización para retirar el cuerpo de Jesús y Pilato se la concedió. Fue y retiró el cuerpo. También fue Nicodemo, el que había ido de noche a ver a Jesús, llevando unas cien libras de mirra perfumada y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con los aromas, según la costumbre de enterrar de los judíos. En el lugar donde había sido crucificado Jesús había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo donde nadie todavía había sido enterrado. Como el sepulcro estaba muy cerca y debían respetar el Día de la Preparación de los judíos, enterraron allí a Jesús.
Oh, Señora de la Pasión ¿por qué lloras? ¿Que esperanza podremos entonces percibir a través de nuestras lágrimas? Si ésta es la causa de tu angustia, qué ayuda, qué esperanza queda para nosotros sin ti dulce Señora.
Alcánzanos, sobre todo, oh Madre tierna y compasiva, la gracia de vivir y perseverar siempre en el servicio de tu Hijo amadísimo. Que tus lágrimas y dolores sean el pago para llevarnos de esta vida terrenal a la felicidad eterna. Y que tu Hijo Jesús se nuestro consuelo y alegría.
Señor Jesús al Amor de tu madre le encomiendas la tarea de cuidarnos como cuerpo místico. Como en Pentecostés, ella ora y sufre con nosotros y nos guía hacia tu presencia, tu camino, verdad y vida.
Oh Jesús derramas tu Sangre en la Santa Eucaristía y Nuestra Madre derrama sus Lágrimas. Que no sea estéril tanto sufrimiento.
R.Amén.
Padrenuestro
Oh Jesús derramaste tu Sangre en la Santa Eucaristía y Nuestra Madre derrama sus Lágrimas. Que no sea estéril tanto sufrimiento.
Madre Amada, intercede por nosotros y alcánzanos las gracias que
te pedimos en esta oración.
(Decir
la petición)
Siete Ave María
Oh Jesús mío, mira las lágrimas de aquella, que te tiene el
amor más grande en la tierra y en el cielo te ama con el amor más
fervoroso.
(3
veces)
Oración Final
Oh María, Madre del amor, de los dolores y de misericordia. Te suplicamos, reúne tus ruegos con los nuestros para dirigimos a Jesús y, por los méritos de tus lágrimas maternas, escuche nuestra súplica concediéndonos, las gracias que te pedimos y la corona de la vida eterna.
R. Amén.
Oh Madre dolorosa, que la sangre de tu amadísmo hijo y tus Lágrimas destruyan el reino del infierno. Por tu Divina mansedumbre,Oh encadenado Jesús, guarda al mundo de los errores amenazantes.
(Persignádose)
En
el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
R.
Amén.