Alma Mía estás triste, contrariada, enojada, gris y desanimada cuando no has cruzado la puerta de la reconciliación y la purificación. Ahora tomas conciencia de tus condenas y separaciones. Mirá nuevamente la puerta en tu corazón y observa como está presente la resurrección del Amor.
Cuando miras que tu cuerpo está sucio tomas conciencia de las manchas y buscas bañarlo, lo mismo haces con la ropa que vistes o el polvo donde habitas. Cuando te bañas o lavas, miras la mugre y cuando limpias el polvo sale por todos lados. Entonces has lo mismo con tu conciencia y no te escandalices ni desanimes al ver mugre, tizne y manchas flotar en tu oración porque estás removiendo de tu conciencia opaca y oscura, el rencor, el resentimiento o cualquier temor. Enjuaga y sigue limpiando manchas con el perdón.
Perdona en tu conciencia, al limpiar tu conciencia verás el ánimo de tu espíritu. Animate, aunque parezca que es gris, observa bien y distinguirás el brillo del Espíritu Santo. Cuando la inmundicia aparezca haz oración. Alma mía ¡Invoca al Señor! entre toda mancha, tizne y polvo que se levantan como errores, distingue que el Señor está presente. Es ley que ordena y limpia. La ley y el Espíritu de los profetas que sólo tienen sustento en Amar y perdonar. Pues Dios es Amor y siempre espera que reconozcas que eres hija amada del Padre Nuestro y corras a sus brazos como hija prodiga para entregarte su Amor, su herencia inagotable.
Aprende de Jesús cómo vive el Amor en la Ley y los profetas. Cristo siempre perdona limpiando la oscuridad del error, levantando del error. Sabe que el Amor resucita y está presente sin que nada acabe o minimice el Amor. Es luz perpetua. Sólo el adversario te hace creer que el amor se acaba y te hace creer que todo está oscuro y sin sentido. Alma mía, Ama y perdona, no discutas con el adversario, siempre ganará pues el juicio de tu mente es limitado. Pero el Amor en tu corazón es eterno y descubre la bendición oculta tras el error.
¿Cómo ama Cristo? ante las negaciones de Pedro, las tentaciones en el desierto, el juicio, la condena y la crucifixión. Observa como hace oración al Padre Nuestro, para hacer su voluntad, pide misericordia: “Perdonalos porque no saben lo que hacen”.
Sigue a Cristo. El Señor es descubre el Amor y el Perdón, cumple con la ley y los profetas. Alma mía, Cristo siempre está dialogando con el Padre Nuestro porque son uno con el Espíritu Santo, como somos cada uno en su creación de Amor. Haz lo que Cristo, su oración es permanente para cumplir la voluntad del Señor, cualquier mandamiento del Señor, tiene el Espíritu Santo, el Camino, la Verdad y la Vida del Señor. Haz lo que manda Cristo: “Ama a Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo”
Cristo dice: “No piensen que he venido para poner fin a la Ley o a los Profetas; no he venido para poner fin, sino para cumplir. Porque en verdad les digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, no se perderá ni la letra más pequeña ni una tilde de la Ley hasta que toda se cumpla. Cualquiera, pues, que anule uno solo de estos mandamientos, aun de los más pequeños, y así lo enseñe a otros, será llamado muy pequeño en el reino de los cielos; pero cualquiera que los guarde y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. (Mateo 5:17-19)
Todo lo que proviene del Señor es una expresión de su Amor. Nosotros somos su creación y aunque hayamos perdido el sentido del Amor. El amor siempre está en nosotros, pues es lo que e verdad somos, por la gracia del Señor.
Busqué en la biblia a que se refieren con cumplir con los mandamientos de la ley. Y Cristo nos dice en el relato de Mateo: “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden?. Por eso, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, así también haced vosotros con ellos, porque esta es la ley y los profetas.”( Mateo7:11-12)
¿Qué pasa en esté tiempo de reconciliación y purificación? Pues es tu decisión condenar y separar o vivir el Amor amando, perdonando. ¿Cómo? Mantén tu conciencia dialogando en oración con el Señor. Siempre te dirá cual es su voluntad y entrega tu vida para que se haga su voluntad en la Tierra como en el Cielo. Al orar no uses tanta palabrería, medita lo que tu mente lo invoque, que tus emociones se sometan a tu respiración, que tu cuerpo experimente el cuerpo y que en las relaciones con las personas contemples el Señor en todo el esplendor del Amor.