Experimenta el Amor.-Dios es Amor, infinito en su misericordia y poder y quiere habitar en ti. Con su Espíritu Santo, desde lo más profundo de tu ser, te alienta y anima con su Amor.
Contrariar su voluntad que nos manda Amar, es un forma de entender la palabra pecar. Y nos miramos alejados de su gracia. Como hijos alejados, sentimos que está lejos la oportunidad de mirarnos como hijos amados y confortarnos con su presencia en los sacramentos del bautizo, la reconciliación, la Sagrada Eucaristía, el orden sacerdotal o el matrimonio y la unción de los enfermos.
Nosotros somos la morada donde el Señor quiere vivir y mirarse amado sobre todas las cosas. Somos el hogar de amor para nuestro prójimo y nosotros mismos. Y el Señor quiere que nos levantemos de nuestras contrariedades y volvamos a cultivar y cosechar el Amor.
Recibamos a Dios espiritualmente, el nos guiará y entregará su herencia, nos sanará y levantará para que nos encaminemos encarnando el Amor.
«Madre del Cielo, que encarnaste el Amor y lo compartiste para gloria del Dios, intercede y ruega por nosotros para que gocemos compartiendo el Amor, presente y eterno, practicando estas cinco formas de ser morada del Amor»
5 formas de ir a los brazos del Padre nuestro y abrir nuestro espíritu a su Espíritu Santo.
1.- La oración como dialogo, distinguiendo con quién hablamos, confiando nuestras necesidades y alegrías, solicitando su misericordia y amorosa acción. Confirmando que así es pues es Dios con quien dialogamos.
2.- La meditación para mirarnos en su eterna presencia, descubriendo los efectos del pasado, dándole rumbo a nuestra existencia . Dominando nuestra mente al invocar su presencia con una jaculatoria o responso de salmo. Calmando nuestras respiración con una respiración profunda y suave, como el sonido de las olas del mar calmo. Controlando a nuestro cuerpo con una posición cómoda. Concentrándonos al cerrar la puerta a los ruidos de personas o ambiente que pueda interferir nuestro encuentro con el Señor.
3.- El Perdón. Extendiendo la misericordia y compasión que tiene nuestro Señor con nuestras contrariedades, que lejos de juzgarnos justamente nos enseña a bendecir y aprender de nuestras caídas y nos levanta de nuestra parálisis. Entregar el perdón es bendecir y levantarse de ofensa o deuda para vivir la liebertad que nuestro espíritu tiene, gracias a la imagen y semejanza de nuestro Padre, nuestro creador.
4.- La contemplación. Mirando a Dios, sintiéndote hijo amado, mirándote en su Amor y mirando su Amor en ti. Para que todos seamos uno con el Señor
5.- La encarnación del Amor. Actuar en la vida decidiendo amar. Ser vela que ilumina la oscuridad en nuestro hogar. Ser respuesta al necesitado. Compartir nuestros bienes. Extender nuestros dones para que el Espíritu Santo multiplique su presencia. Somos la expresión de Amor de Dios, su milagro, los mensajeros y quienes transformamos este mundo con el Amor que nos anima. Somos la morada de Dios.
La morada de Dios
Santa Clara (1193-1252), monja franciscana
Carta 3 a Santa Inés de Praga, 18-26 (trad. Escritos de Santa Clara de Asís – Directorio franciscano)
Adhiérete a su Madre dulcísima, que engendró tal Hijo, a quien los cielos no podían contener, y ella, sin embargo, lo acogió en el pequeño claustro de su sagrado útero y lo llevó en su seno de doncella.
¿Quién no aborrecerá las insidias del enemigo del género humano, el cual, mediante el fausto de glorias momentáneas y falaces, trata de reducir a la nada lo que es mayor que el cielo? En efecto, resulta evidente que, por la gracia de Dios, la más digna de las criaturas, el alma del hombre fiel, es mayor que el cielo, ya que los cielos y las demás criaturas no pueden contener al Creador, y sola el alma fiel es su morada y su sede, y esto solamente por la caridad, de la que carecen los impíos, como dice la Verdad: El que me ama, será amado por mi Padre, y yo lo amaré, y vendremos a él, y moraremos en él (Jn 14,21.23).
Por consiguiente, así como la gloriosa Virgen de las vírgenes lo llevó materialmente, así también tú, siguiendo sus huellas, ante todo las de la humildad y pobreza, siempre puedes, sin duda alguna, llevarlo espiritualmente en tu cuerpo casto y virginal, conteniendo a Aquel que os contiene a ti y a todas las cosas, poseyendo aquello que, incluso en comparación con las demás posesiones de este mundo, que son pasajeras, poseerás más fuertemente.
Descubre la encarnación en la buena noticia que nos relata San Lucas (1,26-38)
El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,
a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.
El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: «¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo».
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.
Pero el Ángel le dijo: «No temas, María, porque Dios te ha favorecido.
Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús;
él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre,
reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin».
María dijo al Ángel: «¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?».
El Ángel le respondió: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios.
También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes,
porque no hay nada imposible para Dios».
María dijo entonces: «Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho». Y el Ángel se alejó.