La misericordia es la justicia del Amor

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La ley de los hombres busca proteger a las víctimas y castigar al culpable. En la justicia del Amor, se busca la libertad que fue entregada a cada ser humano y la libertad es la responsabilidad de decidir por un bien superior. ¿Cuál bien es mayor que el amor? ¿Cuál gozo mayor que ejercerlo amando a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos?. 

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La ley del hombre se interpreta en los tribunales, la Ley de Dios, la del Amor, se vive en la conciencia. Hay de nosotros si ante los ojos de los hombres nos convertimos en víctimas o esclavo del hermano o lo hacemos con nuestro hermano, para obtener ventaja de la ley. Pues nos echaremos el yugo del temor y la justificación.

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Oración para la reconciliación de pareja

Padre Nuestro ante ti somos quienes somos, pues has sido fiel a nosotros en lo próspero y en lo adverso, en la salud y la enfermedad, y nos has amado y respetado. Conoces nuestro pensamiento y sentimientos anidados hasta en lo más profundo de nuestro corazón. Nos amas hasta el extremo de dar la vida por nosotros.

Padre Nuestro creador del cielo y la tierra, de lo visible y lo invisible Todo lo sabes y todo es tuyo y sin embargo esperas pacientemente y con misericordia que te abramos la puerta para ayudarnos a poner en orden nuestra conciencia y retomar el rumbo del amor.

Padre Nuestro en Cristo, quiero reconciliarme contigo antes que a nadie: Te pido me perdones por no ponerte en primer lugar, amándote sobre todas las cosas. Tú eres el amor, origen, camino y destino de nuestra vida. Perdóname por olvidar amar. Perdóname por juzgar el bien y el mal y condenar y condenarme en mis juicios y justificaciones. Y hacerme esclavo de mis propias razones, como si todo lo supiera, como si conociera lo visible y lo invisible. Como si mi nombre fuera santificado. Perdóname por preferir el mundo al paraíso de tu amor. Perdóname por no cerrar mi puerta aunque fueran 10 minutos al día, para dialogar contigo.

Padre Nuestro clamo a tu Espíritu Santo, dame tu perdón para mirarme con el amor que me creaste y perdonarme por aquellos juicios que profería, por aquello que maldecía, por aquello que dejé de bendecir, por esa palabra que oculte, por esa ternura que detuve, por esa piedad que escondí, por esa soberbia y vanidad con que cubría la luz de tu amor en mí y en mi prójimo. Perdóname pues quiero perdonarme y transformar mis debilidades, mis defectos, mis ofensas, mis juicios en una bendición. Quiero bendecirme y bendecir a mi prójimo.

Padre Nuestro, Dios trino y uno, dame tu perdón para pedirle el perdón a mi prójimo, a mi pareja, pues también es tu amor mi prójimo. Ayúdame a perdonarle cualquier ofensa, de palabra, obra o de omisión. A quitar mis juicios, sentencias y castigos que le he impuesto y que me han esclavizado, nos han esclavizado y hemos perdido la libertad donde decidimos por el amor y así nos responsabilizamos de nuestros errores y aciertos. Ayúdame a descubrir el amor junto con mi pareja, para que reconciliados tú y nosotros limpiemos maleza, cochambre, tizne, resentimientos y rencores y caminemos en tu amor, hasta el fin de los tiempos.

En nombre de Jesucristo con tu Espíritu Santo te pido Padre Nuestro por esta reconciliación y ruego a Santa María Virgen, a los ángeles y a los Santos que intercedan por nosotros ante Dios nuestro Señor.

AMEN

ORACIÓN BREVE

Oh Jesús, a través de tu compasión, enséñanos a perdonar desde el amor, enséñanos a olvidar desde la humildad.

Ayúdanos a examinar nuestro corazón y a ver si hay alguna herida no perdonada, o alguna amargura sin olvido.

Permite que el Espíritu Santo penetre en mi espíritu y remueva todo rastro de enojo.

Derrama tu amor, paz y alegría en nuestros corazones, en proporción a nuestro vacío de propia complacencia, vanidad, ira y ambición .

Ayúdanos a cargar con ánimo la Cruz de Cristo.

Amén

Responsable de la publicación:
Juan Manuel D’Acosta López
Consejero Terapeuta en Misión de Amor

Rosario para la reconciliación de la pareja

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Rosario para la reconciliación de la Pareja en Libro Electrónico y ADEMAS el MP3

Libro digital en PDF con el modo completo de rezar el rosario.
50 meditaciones enfocadas a la reconciliación de pareja.

Consagración a la Virgen de Guadalupe

Oración de Consagración a la Virgen de Guadalupe


Santísima Virgen María de Guadalupe:

Madre del verdadero Dios por quien se vive. En estos momentos, como Juan Diego, sintiéndonos “pequeños” y frágiles ante la enfermedad y el dolor, te elevamos nuestra oración y nos consagramos a ti.
Te consagramos nuestros pueblos, especialmente a tus hijos más vulnerables: los ancianos, los niños, los enfermos, los indígenas, los migrantes, los que no tienen hogar, los privados de su libertad. Acudimos a tu inmaculado Corazón e imploramos tu intercesión: alcánzanos de tu Hijo la salud y la esperanza.
Que nuestro temor se transforme en alegría; que en medio de la tormenta tu Hijo Jesús sea para nosotros fortaleza y serenidad; que nuestro Señor levante su mano poderosa y detenga el avance de esta pandemia.
Santísima Virgen María, “Madre de Dios y Madre de América Latina y del Caribe, Estrella de la evangelización renovada, primera discípula y gran misionera de nuestros pueblos”, sé fortaleza de los moribundos y consuelo de quienes los lloran; sé caricia maternal que conforta a los enfermos; sé compañía de los profesionales de la salud que los cuidan; y para todos nosotros, Madre, sé presencia y ternura en cuyos brazos todos encontremos seguridad.
De tu mano, permanezcamos firmes e inconmovibles en Jesús, tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.

Ofendí por no controlar mi carácter

¿Cómo pedir perdón a un hermano, a quien ofendí por no saber controlar mi carácter?

En este hecho hay dos partes que atender: Por un lado que no pudiste detener tu impulso de entregar ofensa a tu hermano y por otra parte, cómo pedir perdón por el dolor que te significa haber entregado ofensa.

En ambos casos, el perdón es la llave para restaurar el amor. Amor hacia ti y Amor hacia tu hermano.

Pedir perdón a tu hermano

El pedir perdón a tu hermano significa pedirle que te comparta el perdón que Dios le entrega. Pedir que exprese el Amor y la compasión que Dios ha puesto en tu hermano al igual que en ti.

Tú eres una expresión del Amor de Dios. Eres un Amor encarnado. Eres un Amor y amor es lo que en verdad puedes entregar. Es un error entregar ofensa, pues la ofensa es resultado de juicios y resentimientos que culpan a diferencia del Amor que al entregarlo salva.

Por eso, acepta el Amor y compasión que Dios te ha entregado y con amor y compasión bendice aprendiendo de tu error de contrariar el Amor y entregar ofensa a tu hermano.

Perdónate no entregar tu Amor

Esa misma acción también ocultó tu amor. Observa como has cultivado tu vida. Mira que ha crecido un carácter que oculta el amor, como cizaña que crece en el trigo de tu amor. Así pues, limpia tu consciencia de aquellas heridas que has experimentado en tu vida y que se han convertido en mascara de cizaña (de «mal carácter»). Está máscara la usas para protegerte o defender un hecho o una serie de hechos que marcaron tu vida y la máscara parece que esconde los efectos de las personas para que no te juzguen o se repitan los hechos dolorosos, que no has logrado sanar.

Pon pie firme en el Amor

Así que, si te cuesta trabajo relacionarte con tu hermano y contigo misma. Haz como en el baile: Pon poner el pie firme en el Amor de Dios., reconoce y acepta que es Padre Amoroso y compasivo. Que te Ama al extremo de encarnarse y sufrir hasta lo indecible para que te mires amada y en el amor corrijas errores que contradicen el Amor. Para que descubras que el Padre es el camino, la verdad y la vida. Que el Padre es el Espíritu Santo que nos guía y viene a nuestro encuentro. Que el Padre es Nuestro, de todos a pesar de los errores que ocultan el amor.

La profundidad en tu consciencia

No permitas que tu mente que juzga, condena y separa tome el control de tu vida. No permitas que rencores y resentimientos te empujen sin sentido. No dejes que tu cuerpo sea el tirano de tu existencia, ni los comentarios de la gente, tu imaginación o tus sueños. Inicia cada acción invocando al «Padre Nuestro»

Así poniendo la consciencia en el fondo de tu corazón

  1. Escucha cuando invocas diciendo: «Padre Nuestro»
  2. Descubre que el «Padre Nuestro es quien te escucha y quiere guiarte.
  3. Vive con el «Padre Nuestro».

El mensaje del Padre Nuestro

Hoy el evangelio tiene un mensaje para ti. Cada día tiene una tarea para ti. Deja que la buena noticia sea tu guía día a día. Escucha las palabras que pronuncias, descubre el testimonio de la voz y la presencia de Jesucristo y mirate en la presencia del Padre Nuestro.

Jesús dijo a sus discípulos

Es inevitable que haya escándalos, pero ¡ay de aquel que los ocasiona! Más le valdría que le ataran al cuello una piedra de moler y lo precipitaran al mar, antes que escandalizar a uno de estos pequeños. Por lo tanto, ¡tengan cuidado! Si tu hermano peca, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo. Y si peca siete veces al día contra ti, y otras tantas vuelve a ti, diciendo: ‘Me arrepiento’, perdónalo». Los Apóstoles dijeron al Señor: «Auméntanos la fe». El respondió: «Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: ‘Arráncate de raíz y plántate en el mar’, ella les obedecería.

Evangelio según San Lucas 17,1-6.

Agradece al Señor por tan hermosa respuesta que quiere llegar a tu alma, adolorida, profundiza en ella, para poder asimilar y aplicar tan maravillosa enseñanza.

Si no te quiere perdonar

Si dudas que tu hermano no te quiera perdonar. Ten Paciencia

Tal vez tu hermano lleva muchos años sin hablarte y nunca te ha querido escuchar. Todo se detonó por ofender. Y no supiste manejar tus emociones y cultivaste el rencor y las ofensas contra él. Comienza por sanar tu alma y admite el error por juzgar, Pide perdón.

El hecho pudo ser la repartición de una herencia o el querer imponer un poder sobre ti…

Suelta, acaso no es más importante tu paz que un mundo de monedas de oro

Así no tendrá poder ni económico ni de ninguna clase sobre ti. Con la verdad del Amor eres libre. Así se rompen las líneas de poder terrenal

Si, ya pediste el perdón. Tu hermano tiene al alternativa de entregar el perdón que Dios le concede o no tendrá perdón. Ruega por él. Suelta. Deja que el perdón de Dios fermente en su consciencia

La última voluntad

Aquel hombre en el hospital estaba siendo sometido a múltiples estudios para saber cuál era la causa de su malestar. Tendido en la cama miraba por la ventana un viejo árbol que apenas reverdecía entre tanta vegetación alimentada por las lluvias de verano. Sus pensamientos divagan, sólo Dios sabe por donde. Con 76 años esperaba que alguno de sus hijos fuera a su encuentro. Tal vez la última voluntad, el único camino que quisiera seguir era aquel que lo reuniera con su esposa. Dos años atrás había asistido a su funeral.

Ella se abandonó en el cáncer, mientras él luchaba desesperado por arrancarla de la sentencia de la vida. Aquel hombre lucho esperando el milagro, buscando remedios de todo tipo, con tantos tipos de doctores, clamaba al cielo pidiendo al Sagrado Corazón que los mantuviera unidos.

El hombre de la cama 25 esperaba a sus hijos o alguna razón para aferrarse a la vida, algún amor que lo guiara. La habitación estaba lejos de su amada. Estaba en aquel hospital donde tantas veces acompañó a su esposa buscando la sanación. Ese lugar representaba el dolor de la esperanza fallida, de la fe vacilante, del sufrimiento que antecede a la despedida. Ese espacio de sanación se convertía en un templo de meditación y de oración hacia el Amor, su última voluntad.

El diagnóstico

Vagaba sólo entre las sábanas y la afanada atención de enfermeras y doctores que investigaban el mal que lo aquejaba. Buscaban en la sangre, en el latido, en la respiración, en imágenes y con exploraciones mediante aparatos que la ciencia había desarrollado. Buscaban lastimando el cuerpo. Sanaban aplicándole los medicamentos que el caso incierto requería. Sin embargo la desolación no cedía. Su respiración se dificultaba, en su pecho descubría el dolor del vació del templo del Amor. Su mirada se nublaba por lágrimas y al cerrar los ojos contemplaba la imagen de su amada. La quería más que a su vida, el amor que compartía era la vida misma. Soñaba con no despertar y despertaba soñando morir para reunirse con su amada.

La visita

Pasaba las horas y los días en la noche del alma. La mente preguntaba ¿Por qué? El sentimiento preguntaba ¿que hago aquí? Y las personas no tenían respuestas. En ese momento de divagación llegó uno de los hijos a quien había señalado como ingrato por no acercarse a él y abandonarlo. Se acercó a su lecho le dijo:

-Hola Pa’. Tenía erisipela y hasta este día me pude levantar de la cama para visitarte. Nadie, de mis hermanos me habló para saber que me ocurría, sólo me hicieron saber que era un mal hijo por no venir. He estado al tanto de que te ocurre y hablé con un doctor que me tenía informado de tus avances en la investigación de tu caso. Por cierto en la tarde te vendrán a decir que no encuentran ningún padecimiento que puedan atender, más allá de la lesión que te hicieron al pincharte el pulmón con el aparato que usaron y que sanará en unos días.

Aquel hombre no sabía que decir, sabía que había condenado a su hijo ante sus hermanos y ahora se daba cuenta de que no había tal rechazo o abandono. Era difícil reconocer la injusticia ante su hijo. Así que la educación le dicto saludar diciendo

– Hola Hijo, que bueno que viniste.

Se saludaron con un beso y el hijo continúo diciendo:

– Ten cuidado con las molestias que dices que tienes, acuérdate que estás en un centro hospitalario de investigación y si les dices que te duele el “furris furris” se van a meter a investigar. A lo que vine es a decirte que en muchas cosas no estamos de acuerdo y no nos pondremos de acuerdo en nuestra forma de pensar o de actuar. Así que dejemos de discutir sobre eso. Lo que te pido es que seas un buen abuelo y que ahora que salgas del hospital vayas todos los lunes a comer con tus nietos, para que te conozcan más.

De esa manera continuaron charlando cosas intrascendentes, ambos sabían que padecía de Amor y que el Amor era la última voluntad, su destino final.

La conclusión

Por eso, fueron muchos lunes que el abuelo convivió con sus nietos y les compartía sus aventuras de la vida. Hasta que un día se despidieron de él. Ese día cantaron y la última frase del hijo al padre fue: “canta y no llores”. Aquel hombre viajó a tierra lejana donde estaba otro hermano, todo parecía ir bien hasta que no pudo levantarse de la cama. Se quedó mirando una imagen del Sagrado Corazón y le dijo a la señora que le prodigaba atención en casa de su hijo. Así concluyó:

-”Si me voy, no se asuste”

Así, con la mirada en la imagen del Sagrado Corazón, su espíritu se separaba de su cuerpo para ira al Amor. Dios es Amor y está en los cielos. En el Amor encontró al amor de su vida y el Amor que lo Creo para descansar en paz, alumbrados por la luz perpetua.

La sanación

Muchos años después aquel hijo leía:

Dios de amor, hoy quiero perdonar a mi papa….

Por aquella palabra, aquel grito que me lastimó en mi infancia o adolescencia….

Por aquel regaño o maltrato que me dio sin haberme escuchado….

Por aquella agresión que me hirió física y emocionalmente….

Por el tiempo que no me dedicó…. por las veces que no quiso jugar conmigo… por las veces que no se interesó por lo que sentía….

Por aquellas situaciones y acciones que me hicieron tener miedo…..

Por aquellos momentos que me hicieron llorar….

Te perdono papá por aquel momento que tal vez tu no recuerdas, pero que dejó en mi un dolor que todavía hoy tengo….

Hoy te perdono papa de todo lo que de alguna manera me lastimó….

Palabras…Acciones…. Silencios…. y actitudes…
Hoy me reconcilio contigo, te perdono de todo corazón…..

Medita en otros pensamientos, obras o lo que haya dejado de hacer y perdónalo…

Hoy el hijo continúa buscando el Perdón de Dios para entregarlo a su padre y sanar las heridas de su infancia y vivir el Amor, perdonar a su papá como Dios manda. Esa es la última voluntad.

El Amor rescata la infidelidad

La infidelidad es un síntoma en alguno de los dos en la pareja. Es una falta de contacto con el espíritu pues uno de los frutos del Espíritu Santo, es la fidelidad.

Mira al infiel

Quien mira al infiel escucha en su conciencia a la mente condenar, la emoción separa, el cuerpo rechaza, las personas claman por la separación. Sin embargo el espíritu tiene una visión diferente y es con misericordia. De hecho el Amor quiere salvarlo quitando la justa condena.

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Señor, por tu dolorosa pasión ten misericordia.

Señor, Si he de proclamar mi fe, mi esperanza y mi Amor en ti, que eres el Padre Nuestro encarnado en Jesucristo por el Espíritu Santo en la Santísima Virgen. También reconozco que me has llamado y me has bautizado para ser tu cuerpo místico me compartes tu reino y reino contigo. Por el Agua de mi bautizo recibo tu sacerdocio en mi sacerdocio y bendigo, en nombre de tu Santa Trinidad, el agua, los alimentos, el día, el lugar y a las personas. Me compartes tu Espíritu Santo y soy profeta que proclama desde mi espíritu tu Espíritu Santo.

Soy expresión de tu Amor y Amor es lo que en verdad puedo dar. Amor es el camino que puedo continuar. Amor es la vida que puedo entregar. Soy uno en ti y en ti somos hijos del Padre Nuestro con el Espíritu Santo. Somos tu Amor para darle Amor a la vida y, como tu, dar la vida por Amor,

Recordad tu Pasión es más que conmover a nuestro corazón con la gratitud por tu sacrificio, es el tiempo de seguir tus pasos, de enfrentar el temor, de aceptar la voluntad del Padre, de abrazar nuestra cruz y resucitar en la vida y seguir como Dios Manda.

Tus pasos son nuestra guía y te confieso mis errores y debilidades, sé mi fortaleza en mi espíritu:

Ignoré tu deseo de unirnos para celebrar y compartir la Pascua en la Santa Misa.

Dejé de reconocer que te entregas en cuerpo, sangre y divinidad para ser nuestro aliado.

Te traicioné a cambio de orgullo, soberbia, por unas monedas y placeres.

Tu estás entre nosotros como el que sirve y quise que me sirvieras, ser más grande, sin comportarme como el menor, y gobernar, sin ser servidor.

Desprecié la realeza que nos conferiste de ser Hijos del Padre Nuestro.

Estaba dispuesto a ir contigo a donde fuera y te negué

No te reconocí entre los malechores y los pecadores.

No te invoque en oración ante la tentación.

«Padre, si quieres, aleja de mí este cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya».

En la angustia y la desesperación hice mi voluntad

Preferí dormir que orar, para no caer en la tentación».

Te entregue a cambio de un beso.

Use la violencia olvidando tu voluntad

Te traté como ladrón de mi tiempo y mi vida.

Te niego tantas veces: “no te conozco”, “no soy tu seguidor”, “No siento Amor”.

Para creerte, te pido que hagas mi voluntad.

Si me respondes, no te creo que eres el Hijo de Dios

Eres Rey de reyes y te ordeno como mi si fueras mi Sirviente.

Si tu enseñanza va contra mi juicio, te expulso de mi conciencia

Dejo que las leyes y gobernantes guíen mi fe sobre ti

Si no me respondes te desprecio y pongo en ridículo

Actúo huyendo de mis temores y no para acercarme a tu Amor

Oh Mis Señor me rehúso a abrazar mi cruz y tu la cargas conmigo.

Me lamento de mi dolor humano y no reconozco tu Dolor Divino por que no compartimos tu Amor.

Me escandalizo que estés con malhechores

«Padre, perdónanos, porque no sabemos lo que hacemos».

Preferimos las vestiduras que mirar tu Espíritu Santo

Continuamos ofendiendo tu amor burlándonos de tu misericordia

No atendemos tu sufrimiento, ni tememos contrariarte.

Tú, con nosotros sufres la misma pena.

«Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu Reino».

Y al reconocerte y pedir tu misericordia tu nos dices «Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso».

«Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu»

¿Qué hemos hecho con tu Amor?

Vienes a nuestra vida ¿Como te recibo?

Perdón Señor, por no aceptar y entregar tu Amor entre Nosotros, con mi familia, mis vecinos, la gente que pones en mi camino día a día.

En la verdad soy libre

Señor necesito escucharte y alzarme sobre el ruido:

Concentrarme en el silencio profundo, sin distraerme, preocuparme o pensar que hay algo más importante que estar contigo. Quiero sentir tu presencia en lo más intimo de mi ser, como río de agua viva que corre en mi espíritu para alimentar mi vida.

  • Dios mío. Necesito Escucharte.
  • Quiero darme cuenta cuando trates de decirme algo
  • Quiero darme cuenta de tu consejo y tu corrección
  • Líbrame de mis preocupaciones, para estar atento a tu presencia de amor

Hoy quiero abrazar tu amor en mi cruz, al liberarme con el perdón de todos aquellos errores que cometí, que te ofenden al lastimar tu creación y a mi prójimo como a mi mismo. Pues todos somos uno en tu creación.

Pasión de Nuestro Señor según San Lucas

(22,14-71.23,1-56)

Llegada la hora, Jesús se sentó a la mesa con los Apóstoles y les dijo:

«He deseado ardientemente comer esta Pascua con ustedes antes de mi Pasión, porque les aseguro que ya no la comeré más hasta que llegue a su pleno cumplimiento en el Reino de Dios».

Y tomando una copa, dio gracias y dijo: «Tomen y compártanla entre ustedes.

Porque les aseguro que desde ahora no beberé más del fruto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios».

Luego tomó el pan, dio gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: «Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía».

Después de la cena hizo lo mismo con la copa, diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza sellada con mi Sangre, que se derrama por ustedes.

La mano del traidor está sobre la mesa, junto a mí.

Porque el Hijo del hombre va por el camino que le ha sido señalado, pero ¡ay de aquel que lo va a entregar!».

Entonces comenzaron a preguntarse unos a otros quién de ellos sería el que iba a hacer eso.

Y surgió una discusión sobre quién debía ser considerado como el más grande.

Jesús les dijo: «Los reyes de las naciones dominan sobre ellas, y los que ejercen el poder sobre el pueblo se hacen llamar bienhechores.

Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que es más grande, que se comporte como el menor, y el que gobierna, como un servidor.

Porque, ¿quién es más grande, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No es acaso el que está a la mesa? Y sin embargo, yo estoy entre ustedes como el que sirve.

Ustedes son los que han permanecido siempre conmigo en medio de mis pruebas.

Por eso yo les confiero la realeza, como mi Padre me la confirió a mí.

Y en mi Reino, ustedes comerán y beberán en mi mesa, y se sentarán sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.

Simón, Simón, mira que Satanás ha pedido poder para zarandearlos como el trigo,

pero yo he rogado por ti, para que no te falte la fe. Y tú, después que hayas vuelto, confirma a tus hermanos».

«Señor, le dijo Pedro, estoy dispuesto a ir contigo a la cárcel y a la muerte».

Pero Jesús replicó: «Yo te aseguro, Pedro, que hoy, antes que cante el gallo, habrás negado tres veces que me conoces».

Después les dijo: «Cuando los envié sin bolsa, ni alforja, ni sandalia, ¿les faltó alguna cosa?».

«Nada», respondieron. El agregó: «Pero ahora el que tenga una bolsa, que la lleve; el que tenga una alforja, que la lleve también; y el que no tenga espada, que venda su manto para comprar una.

Porque les aseguro que debe cumplirse en mí esta palabra de la Escritura: Fue contado entre los malhechores. Ya llega a su fin todo lo que se refiere a mí».

«Señor, le dijeron, aquí hay dos espadas». El les respondió: «Basta».

En seguida Jesús salió y fue como de costumbre al monte de los Olivos, seguido de sus discípulos.

Cuando llegaron, les dijo: «Oren, para no caer en la tentación».

Después se alejó de ellos, más o menos a la distancia de un tiro de piedra, y puesto de rodillas, oraba:

«Padre, si quieres, aleja de mí este cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya».

Entonces se le apareció un ángel del cielo que lo reconfortaba.

En medio de la angustia, él oraba más intensamente, y su sudor era como gotas de sangre que corrían hasta el suelo.

Después de orar se levantó, fue hacia donde estaban sus discípulos y los encontró adormecidos por la tristeza.

Jesús les dijo: «¿Por qué están durmiendo? Levántense y oren para no caer en la tentación».

Todavía estaba hablando, cuando llegó una multitud encabezada por el que se llamaba Judas, uno de los Doce. Este se acercó a Jesús para besarlo.

Jesús le dijo: «Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?».

Los que estaban con Jesús, viendo lo que iba a suceder, le preguntaron: «Señor, ¿usamos la espada?».

Y uno de ellos hirió con su espada al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja derecha.

Pero Jesús dijo: «Dejen, ya está». Y tocándole la oreja, lo curó.

Después dijo a los sumos sacerdotes, a los jefes de la guardia del Templo y a los ancianos que habían venido a arrestarlo: «¿Soy acaso un ladrón para que vengan con espadas y palos?

Todos los días estaba con ustedes en el Templo y no me arrestaron. Pero esta es la hora de ustedes y el poder de las tinieblas».

Después de arrestarlo, lo condujeron a la casa del Sumo Sacerdote. Pedro lo seguía de lejos.

Encendieron fuego en medio del patio, se sentaron alrededor de él y Pedro se sentó entre ellos.

Una sirvienta que lo vio junto al fuego, lo miró fijamente y dijo: «Este también estaba con él».

Pedro lo negó, diciendo: «Mujer, no lo conozco».

Poco después, otro lo vio y dijo: «Tú también eres uno de aquellos». Pero Pedro respondió: «No, hombre, no lo soy».

Alrededor de una hora más tarde, otro insistió, diciendo: «No hay duda de que este hombre estaba con él; además, él también es galileo».

«Hombre, dijo Pedro, no sé lo que dices». En ese momento, cuando todavía estaba hablando, cantó el gallo.

El Señor, dándose vuelta, miró a Pedro. Este recordó las palabras que el Señor le había dicho: «Hoy, antes que cante el gallo, me habrás negado tres veces».

Y saliendo afuera, lloró amargamente.

Los hombres que custodiaban a Jesús lo ultrajaban y lo golpeaban; y tapándole el rostro, le decían: «Profetiza, ¿quién te golpeó?».

Y proferían contra él toda clase de insultos.

Cuando amaneció, se reunió el Consejo de los ancianos del pueblo, junto con los sumos sacerdotes y los escribas. Llevaron a Jesús ante el tribunal

y le dijeron: «Dinos si eres el Mesías». El les dijo: «Si yo les respondo, ustedes no me creerán, y si los interrogo, no me responderán.

Pero en adelante, el Hijo del hombre se sentará a la derecha de Dios todopoderoso».

Todos preguntaron: «¿Entonces eres el Hijo de Dios?». Jesús respondió: «Tienen razón, yo lo soy».

Ellos dijeron: «¿Acaso necesitamos otro testimonio? Nosotros mismos lo hemos oído de su propia boca».

Después se levantó toda la asamblea y lo llevaron ante Pilato.

Y comenzaron a acusarlo, diciendo: «Hemos encontrado a este hombre incitando a nuestro pueblo a la rebelión, impidiéndole pagar los impuestos al Emperador y pretendiendo ser el rey Mesías».

Pilato lo interrogó, diciendo: «¿Eres tú el rey de los judíos?». «Tú lo dices», le respondió Jesús.

Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la multitud: «No encuentro en este hombre ningún motivo de condena».

Pero ellos insistían: «Subleva al pueblo con su enseñanza en toda la Judea. Comenzó en Galilea y ha llegado hasta aquí».

Al oír esto, Pilato preguntó si ese hombre era galileo.

Y habiéndose asegurado de que pertenecía a la jurisdicción de Herodes, se lo envió. En esos días, también Herodes se encontraba en Jerusalén.

Herodes se alegró mucho al ver a Jesús. Hacía tiempo que deseaba verlo, por lo que había oído decir de él, y esperaba que hiciera algún prodigio en su presencia.

Le hizo muchas preguntas, pero Jesús no le respondió nada.

Entre tanto, los sumos sacerdotes y los escribas estaban allí y lo acusaban con vehemencia.

Herodes y sus guardias, después de tratarlo con desprecio y ponerlo en ridículo, lo cubrieron con un magnífico manto y lo enviaron de nuevo a Pilato.

Y ese mismo día, Herodes y Pilato, que estaban enemistados, se hicieron amigos.

Pilato convocó a los sumos sacerdotes, a los jefes y al pueblo, y les dijo: «Ustedes me han traído a este hombre, acusándolo de incitar al pueblo a la rebelión. Pero yo lo interrogué delante de ustedes y no encontré ningún motivo de condena en los cargos de que lo acusan; ni tampoco Herodes, ya que él lo ha devuelto a este tribunal. Como ven, este hombre no ha hecho nada que merezca la muerte.

Después de darle un escarmiento, lo dejaré en libertad».

Pero la multitud comenzó a gritar: «¡Qué muera este hombre! ¡Suéltanos a Barrabás!».

A Barrabás lo habían encarcelado por una sedición que tuvo lugar en la ciudad y por homicidio.

Pilato volvió a dirigirles la palabra con la intención de poner en libertad a Jesús.

Pero ellos seguían gritando: «¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!».

Por tercera vez les dijo: «¿Qué mal ha hecho este hombre? No encuentro en él nada que merezca la muerte. Después de darle un escarmiento, lo dejaré en libertad».

Pero ellos insistían a gritos, reclamando que fuera crucificado, y el griterío se hacía cada vez más violento.

Al fin, Pilato resolvió acceder al pedido del pueblo.

Dejó en libertad al que ellos pedían, al que había sido encarcelado por sedición y homicidio, y a Jesús lo entregó al arbitrio de ellos.

Cuando lo llevaban, detuvieron a un tal Simón de Cirene, que volvía del campo, y lo cargaron con la cruz, para que la llevara detrás de Jesús.

Lo seguían muchos del pueblo y un buen número de mujeres, que se golpeaban el pecho y se lamentaban por él.

Pero Jesús, volviéndose hacia ellas, les dijo: «¡Hijas de Jerusalén!, no lloren por mí; lloren más bien por ustedes y por sus hijos.

Porque se acerca el tiempo en que se dirá: ¡Felices las estériles, felices los senos que no concibieron y los pechos que no amamantaron!

Entonces se dirá a las montañas: ¡Caigan sobre nosotros!, y a los cerros: ¡Sepúltennos!

Porque si así tratan a la leña verde, ¿qué será de la leña seca?».

Con él llevaban también a otros dos malhechores, para ser ejecutados.

Cuando llegaron al lugar llamado «del Cráneo», lo crucificaron junto con los malhechores, uno a su derecha y el otro a su izquierda.

Jesús decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». Después se repartieron sus vestiduras, sorteándolas entre ellos.

El pueblo permanecía allí y miraba. Sus jefes, burlándose, decían: «Ha salvado a otros: ¡que se salve a sí mismo, si es el Mesías de Dios, el Elegido!».

También los soldados se burlaban de él y, acercándose para ofrecerle vinagre, le decían: «Si eres el rey de los judíos, ¡sálvate a ti mismo!».

Sobre su cabeza había una inscripción: «Este es el rey de los judíos».

Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros».

Pero el otro lo increpaba, diciéndole: «¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que él?

Nosotros la sufrimos justamente, porque pagamos nuestras culpas, pero él no ha hecho nada malo».

Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu Reino».

El le respondió: «Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso».

Era alrededor del mediodía. El sol se eclipsó y la oscuridad cubrió toda la tierra hasta las tres de la tarde.

El velo del Templo se rasgó por el medio.

Jesús, con un grito, exclamó: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu». Y diciendo esto, expiró.

Cuando el centurión vio lo que había pasado, alabó a Dios, exclamando: «Realmente este hombre era un justo».

Y la multitud que se había reunido para contemplar el espectáculo, al ver lo sucedido, regresaba golpeándose el pecho.

Todos sus amigos y las mujeres que lo habían acompañado desde Galilea permanecían a distancia, contemplando lo sucedido.

Llegó entonces un miembro del Consejo, llamado José, hombre recto y justo, que había disentido con las decisiones y actitudes de los demás. Era de Arimatea, ciudad de Judea, y esperaba el Reino de Dios.

Fue a ver a Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús.

Después de bajarlo de la cruz, lo envolvió en una sábana y lo colocó en un sepulcro cavado en la roca, donde nadie había sido sepultado.

Era el día de la Preparación, y ya comenzaba el sábado.

Las mujeres que habían venido de Galilea con Jesús siguieron a José, observaron el sepulcro y vieron cómo había sido sepultado.

Después regresaron y prepararon los bálsamos y perfumes, pero el sábado observaron el descanso que prescribía la Ley.

Hojita dominical del 14 de abril del 2019

La Palabra. Domingo de Ramos, 2019

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  • JESÚS ENTRA EN JERUSALÉN
  • ¿Qué me estás diciendo Señor?
  • Señor, por tu dolorosa pasión ten misericordia
  • En la verdad soy libre
  • Quiero abrazar mi Cruz

Responsable: Juan Manuel D’Acosta L.
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Hojita dominical del 31 de Marzo del 2019

El perdón es la tarea que nos propone Jesús en el evangelio:

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  • La reflexión sobre el hijo pródigo
  • ¿cómo pedir perdón?
  • La oración por los sacerdotes

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El perdón del Padre nuestro

En este número tenemos la tarea de descubrir
El perdón que nos entrega el Padre Nuestro
para extenderlo en tu prójimo y en ti.

Boletín en Misión de Amor
2-26 mar 2019

Perdonar es transformar ofensa o deuda en bendición

Deja de dar tu perdón o pedir el perdón de tu prójimo. En este boletín explora «El perdón» del Padre Nuestro para extenderlo en tu prójimo y en ti. Perdonar es transformar ofensa o deuda en bendición del Señor, en lección de vida, en corrección de rumbo, en guía del camino, en verdad para ser libres.

Curso Perdón

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Juan Manuel D’Acosta
Consejero Terapeuta en Misión de Amor
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