Ayuno y oración

Penitencia interior del cristiano

La penitencia interior del cristiano puede tener expresiones muy variadas. La Escritura y los Padres insisten sobre todo en tres formas: el ayuno, la oración, la limosna (cf. Tb 12,8; Mt 6,1-18), que expresan la conversión con relación a sí mismo, con relación a Dios y con relación a los demás. Junto a la purificación radical operada por el Bautismo o por el martirio, citan, como medio de obtener el perdón de los pecados, los esfuerzos realizados para reconciliarse con el prójimo, las lágrimas de penitencia, la preocupación por la salvación del prójimo (cf St 5,20), la intercesión de los santos y la práctica de la caridad «que cubre multitud de pecados» (1 P 4,8).

Catecismo de la Iglesia 1434

Estos tiempos son particularmente apropiados para los ejercicios espirituales, las liturgias penitenciales, las peregrinaciones como signo de penitencia, las privaciones voluntarias como el ayuno y la limosna, la comunicación cristiana de bienes (obras caritativas y misioneras).

El verdadero ayuno

¿Cómo se puede pagar una cena de doscientos euros y luego hacer como que no se ve a un hombre hambriento a la salida del restaurante? Y ¿cómo se puede hablar de ayuno y penitencia y luego no pagar los impuestos a las asistentas domésticas o el sueldo justo a los propios trabajadores recurriendo al salario en negro? Precisamente del riesgo de caer en la tentación de «tomar el atajo de la vanidad», del querer parecer buenos haciendo «un bonito donativo a la Iglesia» mientras se «explotan» a las personas, el Papa Francisco ha puesto en guardia en la misa celebrada el viernes por la mañana, 3 de marzo, en Santa Marta. Una reflexión sobre el significado del «verdadero ayuno» surgida de la elocuente actualidad de las palabras del profeta Isaías: «más bien No es este el ayuno que quiero: ¿deshacer los lazos de maldad, deshacer las coyundas del yugo, dar la libertada los quebrantados y arrancar todo yugo? ¿No será partir al hambriento tu pan, y a los pobres sin hogar recibir en casa? ¿Que cuando veas a un desnudo le cubras, y de tu semejante no te apartes?»

«La palabra del Señor —hizo presente enseguida Francisco— hoy habla del ayuno, es decir de la penitencia que nosotros estamos invitados a hacer en este tiempo de Cuaresma: la penitencia para acercarse al Señor». En el salmo 50, efectivamente, «hemos orado: “Te agrada, Señor, el corazón penitente”». Y «el corazón que se siente pecador y sabe que es pecador, ante Dios se presenta así y ante los demás lo mismo: “soy pecador y por esto intento humillarme”».

La primera lectura, explicó el Papa haciendo referencia al paso extraído del profeta Isaías (58, 1-9), «es precisamente un debate entre Dios y los que se lamentan de que Dios no escucha sus oraciones, sus penitencias, sus ayunos». El Señor dice: «vuestro ayuno es un ayuno artificial, no es un ayuno de verdad, es un ayuno para cumplir una formalidad». Porque afirmó Francisco, «ellos ayunaban solo para obedecer a ciertas leyes». Y en el pasaje de Isaías «se lamentan porque su ayuno no era eficaz» y preguntan: «¿Por qué ayunar si tú no lo ves, mortificarte, si tú no so sabes?». Pero «he aquí —responde el Señor— en el día de vuestro ayuno cuidáis de vuestros negocios, humilláis a todos vuestros trabajadores. He aquí, vosotros ayunáis entre peleas y altercados golpeando con puñetazos a malvados». En fin, «por una parte ayunáis, hacéis penitencia, y por otra parte, hacéis injusticias». Al fin y al cabo, explicó el Pontífice, «estos creían que ayunar era un poco como maquillar el corazón: “yo soy justo porque ayuno”». Y «es la queja que hacen a Jesús estos discípulos de Juan —que eran buenos— y los fariseos: “soy justo, me maquillo el corazón pero luego me peleo, exploto a la gente”».

«En el día del ayuno cuidáis de vuestros asuntos»: esto «es el sentido más incisivo», dijo una vez más el Papa, añadiendo que se trata de «negocios sucios». Un modo de hacer que «Jesús siempre ha dicho que es hipocresía».

Así, prosiguió, «hemos oído cuando Jesús habla de esto, el miércoles pasado: “Cuando ayunáis no os mostréis melancólicos, la cara triste, para que toda la gente vea que ayunáis”». Y «cuando reces no hagas ver que estás rezando para que la gente diga: “pero qué persona buena, justa”». En fin, «cuando dáis limosna no hagáis sonar la trompeta».

También en el pasaje Isaías, «el Señor explica a esta gente que se lamenta de cuál era el verdadero ayuno: “Más bien no es este el ayuno que quiero: ¿deshaced las cadenas inicuas, quitad los vínculos del yugo, liberad los oprimidos y romped cada yugo? ¿No consiste quizás en el dividir el pan con el hambriento, en introducir en casa a los miserables, sin techo, en vestir a uno que ves desnudo, sin descuidar a tus parientes? Esto quiero yo, esto es el ayuno que yo quiero”».

El otro, sin embargo, «es el ayuno “hipócrita” —es la palabra que usa tanto Jesús— es un ayuno para hacerse ver o para sentirse justo, pero al mismo tiempo he cometido injusticias, no soy justo, exploto a la gente». No vale decir: «yo soy generoso, haré un buen donativo a la Iglesia». Más bien, «dime, ¿pagas lo justo a tus asistentas domésticas? ¿A los trabajadores les pagas en negro? ¿O como dice la ley para que puedan dar de comer a sus hijos?».

«Me viene a la mente —confió Francisco — una historia que escuché contar al padre Arrupe», el religiosos español que fue propósito general de la Compañía de Jesús desde 1965 al 1983: «Cuando él era misionero en Japón, al principio, lleno de celo apostólico, después de la bomba atómica, viajó por algunos países del mundo para suscitar este celo apostólico y pedir oraciones para la misión de Japón y pedir ayuda. Y daba conferencias y explicaba. Era un hombre de gran celo apostólico y un hombre de oración, de verdad». Padre Arrupe, «hablando de esta hipocresía, contó que un día, después de una conferencia, se le acercó una persona muy importante de la sociedad de ese país y le dijo: “Me ha conmovido, padre, con lo que usted ha dicho. Yo quisiera ayudarle, también. Venga a mi oficina, mañana, porque quisiera dar un donativo, una ayuda. Le espero mañana”».

Y así «al día siguiente» el jesuita «fue dónde él»; pero ese hombre «lo esperaba con un fotógrafo y con un periodista. Era un hombre de negocios conocido y le dijo: “Padre, muchas gracias”. Hizo un pequeño discurso, abrió el cajón, cogió un sobre: “Este es mi donativo que quiero dar para Japón. Muchas gracias”. Hablaron un poco y se fue. Hizo otra conferencia. Después dio el sobre al secretario que lo ayudaba y fue el secretario y dijo: “Pero, padre, ¿este sobre quién te lo ha dado?” — “Ese señor para darme las gracias” —“¡Pero hay diez dólares dentro!”».

«Esto —hizo notar el Papa— es lo mismo que nosotros hacemos cuando no pagamos lo justo a nuestra gente». Así «nosotros tomamos de nuestras penitencias, de nuestros gestos de oración, de ayuno, de limosna, tomamos una “tangente”: la tangente de la vanidad, del hacernos ver». Pero «eso no es autenticidad, es hipocresía». Por tanto, insistió el Pontífice, «cuando Jesús dice: “cuando recéis hacedlo a escondidas, cuando deis limosna no hagáis sonar la trompeta, cuando ayunéis no pongáis cara triste”, es lo mismo que si dijera: “por favor, cuando hagáis una buena obra no toméis la tangente de esta buena obra, es solamente para el Padre”».

En el pasaje de Isaías, prosiguió el Papa, hay una palabra del Señor dirigida a aquellos «que hacen este ayuno hipócrita», que «parece dicha para nuestros días: “No es este el ayuno que quiero: ¿deshacer los lazos de maldad, deshacer las coyundas del yugo, dar la libertada los quebrantados y arrancar todo yugo? ¿No será partir al hambriento tu pan, y a los pobres sin hogar recibir en casa? ¿Que cuando veas a un desnudo le cubras, y de tu semejante no te apartes?”». Francisco sugirió pensar «en estas palabras: pensemos en nuestro corazón, cómo ayunamos, rezamos, damos limosna». Y «también —concluyó el Papa— nos ayudará pensar qué siente un hombre después de una cena que ha pagado, no sé, doscientos euros, vuelve a casa y ve a un hombre hambriento y no lo mira y continúa caminando. Nos hará bien pensarlo».

Fuente: L’Osservatore Romano, ed. sem. en lengua española, n. 10, viernes 10 de marzo de 2017

¿Cómo se hace Oración para ayunar miércoles y viernes?

ayuno a pan y agua

Inicia tu transformación con Ayuno. Descubre conoce como se hace ayuno y oración miércoles y viernes, como nos lo pide la Santísima Virgen María en Fátima y en Medjugorje

Llena el vacío y descubre el sentido de sacrificar para alcanzar la plenitud

En el nombre del Padre y del hijo y del Espíritu Santo

Oración inicial

Hoy es día de pan y agua.
El propósito de este día
es consagrarlo al encuentro
con nuestro Padre Amado
en oración con ayuno.

Especialmente con esta intensión _______ .

Al Padre Nuestro

Padre amoroso, hoy he decidido encontrarme contigo en lo intimo y secreto, ayunar y orar, alabarte y estar atento a ti con el silencio de mi mente, mis emociones y mi cuerpo y así . “Disponer mi consciencia para encontrarme en tu voluntad, Padre Nuestro, que tu Espíritu Santo me guíe y fortalezca con tu Amor, que Jesús sea mi camino, verdad y la vida en mi misión de Amar. Y que, la Santísima Virgen María, sea mi amparo para que gobernar mi consciencia con el espíritu de Amor.

Sacrificar mis juicios para alcanzar tu misericordia, sacrificar mis resentimientos para vivir tu paz, Sacrificar mis deseos para encarnar tu voluntad, librame de las tentaciones Padre Amoroso.

Recibeme en tu regazo, acúname en tus brazos y bendice nuestro encuentro de oración y ayuno. Padre Nuestro, soy tu hijo que quiere platicar contigo, y escucharte, y gozar y padecer este día, pero contigo. Este es nuestro día Padre Nuestro.

Padre Nuestro…

Padre Nuestro eternamente presente con el cielo que nos abraza, eternamente santificado tu nombre origen y destino de la creación. eternamente omnipresente rey todopoderoso de uno y siempre de todo. Gobiernas con tu voluntad todo, lo visible e invisible, tierra y cielo dependen de tu mandato, tu nos entregas tu creación para nuestro trabajo alimente nuestro cuerpo y con el pan de tu Amor alimentas nuestro espíritu. Entregas misericordia antes de tu justa condena de nuestras faltas, para que paguemos con perdón la ofensa y la injusticia. Oh Señor sé nuestra fortaleza en la debilidad, nuestra corrección en la tentación y nuestro escudo en la adversidad y el adversario, pues en ti está todo.

Gloria a ti Padre Nuestro, Gloria a ti de Espíritu de Amor, Gloria a ti encarnado en Jesús nuestro salvador, en la inmaculada Virven María. Tuyo es todo el poder y a ti, toda alabanza por los siglos de los siglos. Amén

Al Espíritu Santo

Espíritu Santo, llena los corazónes de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu Amor.

En oración con ayuno le hablaste a los profetas,
En oración con ayuno Jesús Nuestro Señor venció la presencia del maligno,
En oración con ayuno tus discípulos te encontraron.

En oración con ayuno la Santísima Virgen ruega por nosotros

En oración con ayuno te entrego mis ofrendas,
mis ofensas y mis heridas, mi amor y mi temor

Especialmente por esta intensión _______ .

A la Santísima Trinidad

Padre Eterno, acepta mi ayuno y escucha mi oración.
Que esté más cerca de tu Sagrado Corazón,
para descubrir tus caminos y cultivar tus dones

Que mi corazón ponga pie firme en tu Espíritu de Amor
para dar el paso de amar a mi prójimo y a mi, pecador.

Mi Señor Jesús, que mi alma te mire:
en el hambriento y te alimente
en el sediento y sacie tu sed
en el desposeido y te comparta mis bienes
en el desnudo y te vista
en el sufriente y te consuele
en el solitario y te acompañe

Que en esta preregrinación hacia tu casa
te comparta las poseciones y dones que me concedes
pues tu Amor esta en mi y en quienes me rodeas

Santa trinidad, Padre hijo y Espíritu Santo en un Solo Dios
Tu me sembraste en esta tierra para cultivar con humildad
y dar flores y frutos del Amor de tu Voluntad.

A la Divina Providencia

Señor, que esta oración con ayuno,
ten misericordia y compasión de mi,
y dame tu Divina Providencia
para limpiar los habitos que ocultan mi humildad.
Detenga las pasiones que esconden
los dones y virtudes que me concedes.
Ilumine cualquier temor o rencor anidado,
para que brille el Amor con que me creaste.
Me libre de cualquier tentación por carencia
para descansar en la abundancia de tu paz.

Te lo pido en nombre de Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Reconocimiento de la misión de Amor

Mi misión es Amar,
soy expresión encarnada del Amor del Padre Nuestro,
a quien amo sobre todas las cosas.

Amor es lo que descubro en mí,
pues reconozco que soy un Amor,
no por mis meritos,
pues el Amor es nuestro origen,
anima nuestra existencia y es nuestro destino.
Amor es lo que recibo y entrego en el camino, la verdad y la vida.
Amor es lo que en verdad puedo dar a mi projimo y a tu creación.

Por eso, si me cuesta trabajo amar
a mi projimo o a mi,
danzaré como en el baile,
poniendo pie firme en el Amor de Dios
para dar el paso de amar a mi projimo y a mí.

A la Divina Misericordia

Hoy gobernaré mi mente y mis emociones
para que no distraigan este día
de sagrado de encuentro de oración con ayuno.

Al tomar aire invocaré a Jesús
y al soltar suevemente mi respiración
le confiaré cualquier pensamiento,
resentimiento, duda, debilidad,
juicio, ofensa o condena mía
o hacia mi projimo.

Así Jesús… invoco, en ti confió… le confio

Bendición:

Hoy sacrificaré el apetito,
poniendo mi mano sobre el agua y el pan
los bendeciré diciendo:

“Por el agua de mi bautizo
yo bendigo, esta agua y este pan
que únicamente entregaré a mi cuerpo
para gobernar mis apetitos.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amen
Haciendo sobre ellos la Señal de la Cruz”

Confianza:

Pongo en tus manos mi decisión de ayunar con firmeza.
Este día de sagrado de encuentro de oración con ayuno,
mi rostro dará testimonio de paz
mis acciones de misericordia
mis palabras anunciarán la presencia de tu Amor.

Jesús, en ti confío:

Tu Espíritu Santo ilumina
mi consciencia en mi espíritu.
Te escucho en el evangelio del día,
te confieso mis culpas,
te encuentro en la sagrada eucaristía
y te reconozco en mis obras de misericordia.

Permiteme este día consagrarme a tu encuentro de oración con ayuno.

Te lo pido en nombre de Jesucristo.

Amen

A la Santísima Virgen

Madre mía, que tu gracia sea mi alegría en esta oración
que tu presencia aleje cualquier tentación
que tu ruego sea mi fortaleza
sea música para que dance orando
para que cante mi corazón en la voluntad de Dios

Estando tu, Madre mía, que nada me espante, ni angustie,
ni cosa alguna me confunda
en este día con tu hijo Amado:
carne del Padre Nuestro, con el Espíritu Santo,
providencia y trinidad siempre presente
en tu hijo Jesus nuestro Señor y salvador.

Ruega a tu hijo para obtener su gracia
en este día de orar con ayuno

Amén.

Virgen Santa María, acompañanos, entrega este día a tu hijo y ruega por nosotros para que sea grato este día que ofrecemos con humildad a la grandeza de encontrar con oración y ayuno a tu hijo Jesucristo, nuestro Señor.

Dios te salve maría…

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo, como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.

En el nombre del Padre y del hijo y del Espíritu Santo. Amen

Inicia tu transformación con Ayuno y Abstinencia

Inicia tu transformación

Una sola comida fuerte al día, sólo agua, eso es ayuno.

Más que un sacrificio el ayuno y la abstinencia son una ofrenda de amor y gratitud al Señor. En lugar de concentrarte en comer, usa ese espacio para dialogar con el Señor. Deja de pensar en la carne y concentra tu atención en el espíritu. Sigue leyendo «Inicia tu transformación con Ayuno y Abstinencia»