Desprecio mi necesidad

Hoy le pido la gracia de escucharlo y aprender como un hijo escucha a su padre

Como desprecio mi necesidad alma mía, por las mañanas mi mente se ocupa de las carencias y en las oraciones me fatiga mantenerme hablando de mis limitaciones al Señor. ¿Cuánto espero en el Señor? pero más le hablo de las penas de la tierra, del recurso que no alcanza, del trabajo que no produce, del amor envuelto en la oscuridad de las dudas. Pero tú, alma mía, como vela en la noche oscura, mantienes mi conciencia con la esperanza de la misericordia del Señor.

En la esperanza tuya, alma mía, mi corazón alimenta la paciencia. Tu esperanza es la que viene del Señor, mi impaciencia nace del desierto en mi boca, de labios partidos en la sed del agua viva y me duele la sed del agua del mundo, me entristece la arena que recojo del pozo y la dureza de la semilla que no produce. Entonces pienso que hay maldad que desvía la vida que tú concedes en la vida que yo padezco.

En mi razón lucha tu vida de alma mía, llena del gozo del cielo y la vida de mi cuerpo, colmada del temor de la necesidad en la tierra. ¿Cuánto desprecio el temor de la necesidad de la tierra? Quisiera recostarme en la plenitud de tu presencia, en el regazo de tu amor; pero el mundo me absorbe como tormenta de arena que me hunde más en la tierra y me separa del cielo. ¿Cuánto tengo que pagar? ¿Acaso son mis delitos son la causa de sentirme condenado? ¿Es un bien el duelo que vivo? Alma mía, habla con el Señor y de su respuesta guía mis razones, de sus palabras colma mis sentimientos.

Me turba mi oración hablar de mis carencias mundanas y sé que en el fondo de mis deseos sólo quiero mirar tu presencia en el Señor. Como tentaciones se agolpan juicios y culpables que mi injusta razón se empeña en mantener. Como empujado por el adversario mi mente y mi emoción se miran separados y aislados; sin embargo, alma mía es imposible que lo que existe en el Señor esté separado de la verdad, el camino y la vida. Entonces escucho tu voz, alma mía, que dialoga en el fondo de mi corazón donde el Señor creó  el templo de su Espíritu Santo.

Quiero llevar mi conciencia a esté lugar que el Señor ha dispuesto como fuente de agua viva, donde descansas alma mía y te llenas de la sabiduría que gobierna el cielo y la tierra y el consuelo de su misericordia en el temor y el dolor. Quiero mirar con mi mente y mi corazón el encuentro bendito que tienes con el Señor, en el camino, la verdad y la vida.

Necesito el remedio, quiero mirarme en la providencia del Padre Nuestro, negándome a mi mismo, abrazando mi cruz, siguiendo a Cristo, descubriendo el Espíritu Santo encarnándose en la vida. Quiero mirar la providencia del amor, mirarla en mí y en mi prójimo. Alma mía ruega al Señor, pide la intercesión de nuestra Santa Madre, como en las bodas de Caná. El Señor no desprecia a un alma afligida y nunca se ha oído que tu Santa Madre no ruegue por nosotros los pecadores. Señor dale fortaleza a mi alma, presencia en mi conciencia, solución en mi amargura y luz en mi obscuridad. Señor, dame la providencia de tu remedio.. Te lo pido en nombre de Jesucristo tu hijo, nuestro Señor, que vive y reina, en unidad con tu Espíritu Santo y son un sólo Dios, un sólo Señor.

Amén

Mision de Amor

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