Dime donde fallé, te necesito

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No hay pecado que no pueda ser perdonado, si nos acercamos a la misericordia de Dios con un corazón contrito y humillado. En este consolador Sacramento, altamente personal, Cristo continúa encontrándose con los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Restaura la unidad donde hay división derrama su luz donde hay oscuridad y concede una esperanza y alegría que el mundo no podría dar. Mediante este sacramento, la Iglesia proclama al mundo las infinitas riquezas de la misericordia de Dios, esa misericordia que ha derrumbado las barreras que nos separaban de Dios y de los demás».

San Juan Pablo II Sigue leyendo «Dime donde fallé, te necesito»

¡Qué se haga en mí tu voluntad!

No reces por el cumplimiento de tu voluntad, ella no corresponde necesariamente a la voluntad de Dios. Más bien, siguiendo la enseñanza recibida, reza diciendo: “¡Qué tu voluntad se haga en mí!” (Mt 6,10). Así, pídele que se haga su voluntad en todo, ya que quiere el bien y lo útil para tu alma. Aunque tú no buscas siempre eso.

En mis oraciones, seguido, pedí que se cumpliera lo que yo estimaba bueno para mí. Me obstinaba en la demanda, violentando tontamente la voluntad de Dios, en vez de dejarlo que ordenase lo que él sabía que era útil para mí. Cuando recibía lo que yo había pedido, veía que el objeto de mi oración no era como me lo había figurado. Grande era entonces mi decepción por no haber querido que se cumpliera más bien la voluntad de Dios sino que se cumpliera de preferencia la mía.

¿Qué existe bueno, sino Dios? En consecuencia, abandonémosle todo lo que nos concierne y estaremos bien. Ya que siendo bueno, es proveedor de dones excelentes. No te aflijas si no recibes inmediatamente de Dios lo que pides. Es porque quiere hacerte mayor bien por tu perseverancia de permanecer con él en la oración. ¿Qué puede haber de más elevado que conversar con él y ser absorbido en su intimidad? (…) No quieras que lo que te concierne se solucione según tus ideas sino según el deseo de Dios. Entonces, no tendrás dificultades en tu oración y estarás lleno de reconocimiento.

Evagrio Póntico (345-399)
Monje en el desierto de Egipto
Capítulos sobre la oración 31-34 (Philocalie des Pères neptiques, DDB-Lattès); trad. sc©evangelizo.org

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Evangelio según San Marcos 3,31-35.

Entonces llegaron su madre y sus hermanos y, quedándose afuera, lo mandaron llamar.
La multitud estaba sentada alrededor de Jesús, y le dijeron: «Tu madre y tus hermanos te buscan ahí afuera».
El les respondió: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?».
Y dirigiendo su mirada sobre los que estaban sentados alrededor de él, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos.
Porque el que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre».

Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

Perdonando nuestras ofensas

Señor perdona nuestras ofensas y ayúdame a perdonar a quienes me ofenden. Cada vez que me  enojo con alguien, me siento prisionero de esa persona. Pierdo mi libertad porque estoy muy atento, dependo de lo que haga, cada cosa que diga o deje de hacer esa  persona me molesta. Con esa basura en mi vida dejo de caminar por la vida libremente.

La Presencia de Dios

– POR LA SEÑAL DE LA SANTA CRUZ. PIDAMOS PERDÓN A DIOS:

– Tú me creaste y me diste libertad. Señor, ten piedad.

– Tú eres el camino que pierdo. Cristo, ten piedad.

– Tú te encarnaste en María para darle divinidad a la humanidad. Señor, ten piedad.

La Libertad

Señor Jesús, frente a tu cruz, me vuelves a llamar el día de hoy. Percibo que a menudo llego sólo a pedirte favores. Hoy sólo deseo estar en Tu Presencia. Que mi corazón pueda responder a Tu Amor. Sentir que la paz está con nosotros. Sigue leyendo «Perdonando nuestras ofensas»

Trabaja como si todo dependiera de Dios

  • El paso más cercano al gozo de Dios es cambiar nuestra actitud sobre nosotros mismos, mirarnos como expresión del amor de Dios extendiendo con nuestra vida esa red del Señor que nos abraza. Siembra esta flor de amor
HOY ME PERDONO MI AUTOCASTIGO,

Reflexión

Hay un viejo refrán que dice: “reza como si todo dependiera de Dios; trabaja como si todo dependiera de tí.” Ha sido atribuído a San Ignacio (aunque no hay evidencia que lo haya dicho), y muchos piensan que recoge el espíritu ignaciano: entregando todo a Dios en la oración, y luego trabajando sin descanso para realizar el trabajo de Dios. Sigue leyendo «Trabaja como si todo dependiera de Dios»